Mientras algunos temen que la festividad religiosa “se politice” –San Cayetano reúne a los creyentes que claman por Paz, Pan y Trabajo–, el pasado 7 de agosto, sacerdotes de la Iglesia Católica salieron de sus parroquias, tanto las del santuario de Liniers, Belgrano y otras con su imagen, y celebraron en las calles. Bendita ocasión para un breve ensayo de Antropología Visual del Dr. Alejandro Frigerio, el nuevo post de nuestra GALERÍA.
No abordaremos, eso ya lo hacen los medios tradicionales, la extraordinaria vida de San Cayetano (Vicenza, 1 de octubre de 1480 – Nápoles, 7 de agosto de 1547), cuya biografía e historia familiar, política, eclesiásticas e incluso militar será tema de El Santoral Prohibido, la obra de Fray Servando de Placencia canalizada por Daniel Sargatal que es parte de la colección La Marciana del Centro de Investigaciones Fantásticas Editores (CIFE), pausada pero con ansias de resurrección.
Hoy, con la autorización de su autor, Alejandro Frigerio, traemos un sucinto pero potente ensayo de Antropología visual, basado en su visita al santuario de Liniers, que acompaña con una selección de las fotos que sacó él mismo el pasado 7 de agosto.
Por Alejandro Frigerio
Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina. Coordinador de la Red DIVERSA
Desde que se convirtió en «el» santuario de «religiosidad popular» emblemático de la Ciudad de Buenos Aires, una dualidad es patente en la festividad del día del santo, el 7 de agosto, y que estas fotos intentan documentar.
Coexisten de manera evidente dos formas de celebrar al santo: una, encantada, sostenida por la mayoría de los devotos, y otra, más alineada con la doctrina de la Iglesia Católica. La cola para tocar la imagen del santo siempre fue mucho más larga que la fila para entrar a las misas, que se realizaban varias veces al día dentro de la iglesia. El contacto corporal con el ser suprahumano era mucho más importante que el sacramento católico.
Por otro lado, las numerosas santerías que rodean al santuario son un testimonio evidente de que la «mayoría católica» de Argentina cree en seres suprahumanos muy diversos, y que existen múltiples maneras de relacionarse con ellos, no necesariamente alineadas con las propuestas de la Iglesia Católica.
Conscientes de esta realidad —un «afuera» de la iglesia heterodoxo y encantado, que revela las ansias reales de relación con lo sagrado diverso por parte de vastos sectores de nuestra población, no solo «populares», y un «adentro» de la iglesia poco atractivo, salvo por la imagen de San Cayetano—, los sacerdotes a cargo del santuario llevan muchos años intentando trascender esta división.
La manera más evidente es avanzar hacia el «afuera»: celebrar la misa en la calle y poblar las inmediaciones con sacerdotes que, en la calle, confiesan y dan la comunión. Y, sobre todo, proveen las formas de «magia» más modestas (y máximas) que la Iglesia puede ofrecer: la bendición de las ubicuas espigas de trigo y de los devotos con agua bendita.
GALERÍA
