Migo Wēlsh lanzó “La Biblia de la Cuarentena” y ya denuncian escándalo

El multipremiado «cartonero visual» bahiense compiló su maliciosa colección de titulares y curiosidades mediáticas, La Biblia de la Cuarentena (Amazon), y cobró fuerza una denuncia trillada pero efectiva: la realidad sería el verdadero delirio

Para el celular de la dama, la notebook del caballero y la tablet del infante ya se puede leer gratis en la web de “La Biblia de la Cuarentena” de Migo Wēlsh.

A brocha gorda, se puede decir que este volumen definitivo de 230 páginas es un spin-off del Proyecto Fuck News. Con pincel fino, la idea se puede ampliar. ¿Te acordás de los hits informativos que Wēlsh seleccionaba para su muestra itinerante El número solicitado no corresponde a un abonado en servicio, que en Factor conocimos como Resumen Semanal de Noticias? Bueno, eso mismo pero en un documento monolítico, para disfrutar de golpe y darse una panzada o ir degustándolo a cuenta gotas.

Más abajo dejo el prólogo que Migo me pidió hace meses, cuya entrega activó todos los resortes para que el mamotreto pueda estar accesible ya mismo en su versión digital.

Ojalá alguna de las editoriales que fisgonean este blog imaginen que la versión en celulosa de esta recopilación histórica los puede hacer millonarios y así podamos disfrutar también de la dulce sensación de hojear sus coloridas páginas en la cola del banco, el transporte público o sentados en el inodoro.    

PRÓLOGO

Tu corazón tiene sabor vecinal

Estás haciendo una cazuela de mí

Quiero la mitad (de tu astral errante)

L.A.S. Cuando el arte ataque en La la lá (1986)

Por Alejandro Agostinelli *

El escaso interés que tiene hoy la búsqueda de la verdad descansa en varios pilares. Uno de ellos, quizá el más fuerte, es la concentración de la propiedad de los medios en manos de un puñado de grupos monopólicos. Si las grandes compañías que marcan la agenda se presentan como medios independientes y los medios realmente independientes a veces depen…

Nah, vamos de nuevo.

Es cada día más difícil tomar el periodismo en serio.

Facebook, Twitter, Instagram, Youtube y los blogs parecen haber abandonado a su suerte a la madurez cívica; regida por el poder de los algoritmos, la madurez cívica es un bien escaso, cuando no una cosa definitivamente rota y sin arreglo.

DISPONIBLE EN KINDLE VÍA AMAZON. ES LO QUE HAY (POR AHORA)

En suma, que la web iba a ser el reino de la libre expresión era puro cuento.

La libertad de expresión, o como se le quiera llamar a esa entelequia, la retuvieron los que tienen la sartén por el mango. Los demás nos quedamos abriendo la boca como un pez, cliqueando títulos-carnada, dándole Me gusta a cosas que informan a la industria qué nos pueden enchufar o perdiendo horas de nuestras vidas en escotes que se insinúan en videos virales. Otros nos fragmentamos en infinitas páginas web, o en ínfimos blogs, intentando hacer nuestra propia revolución, buscando una manera digital de ganar el mango, o tratando de hacer escuchar nuestra voz a una audiencia minúscula que casi siempre está en otra (es un pluriempleado rodeado de polluelos hambrientos, un solipsista que curiosea por puro amor al saber, un desempleado sin inserción social, un ciber-activista que se siente políticamente realizado cuando comparte un meme de la UOCRA, etc.)  

Nadie duda de lo valiosas que son las contribuciones del semiólogo y novelista Umberto Eco. Pero un día se le soltó el bozal y le llamó a los blogs y redes sociales la “invasión de los necios” al caer en la cuenta de que (éstos) “le dan a cualquier imbécil el mismo derecho a hablar que un premio Nobel”. Al uso de tales medios –para algunos, el derecho al aullido de los amordazados–, le siguió la sorpresa, el silencio o el hastío. Quedan las paredes, es verdad. Pero no es la única opción.

Migo Wēlsh –por citar un ejemplo al azar, lo juro– nos recuerda que el arte ataca. Ataca mostrando el absurdo, el ingenio, la avaricia, la estupidez, el coraje,  la vanidad, el servilismo y la insoportable ingenuidad de creernos inmortales en un mundo donde cualquier pelotudo te puede mandar al otro lado echándote una carcajada en la cara.

Cuando el arte ataque –El Flaco Spinetta dixit– vamos a descubrir que en la acumulación, selección y clasificación de titulares existe una forma superior de comunicación. “El arte es toda una forma inversa a las fuerzas de la destrucción”, le dijo L.A.S. a Eduardo Berti, hablando de esa canción.

Desde marzo de 2020 tuvimos obispos que desenvainaron reliquias de su parroquia para erradicar la pandemia, influencers que lamieron inodoros para obtener más clics, cabezas de termo que trataron de apestarse para lograr inmunidad, confinados por el virus que pidieron ser arrestados porque no aguantaban más a su madre, videntes que predijeron lo que ya estaba en todas las portadas, nonagenarios norteamericanos que ofrecieron su vida para salvar la economía, acuarentenados que desarrollaron habilidades que en otro contexto consideraríamos desquiciadas, youtubers a quienes nadie les negaría algún talento si la fama no los hubiese encontrado ostentando ocurrencias vergonzosas, funcionarios de cierto prestigio o actrices voluptuosas escrachados por tuitear hábitos poco glamorosos, sepultureros contentos porque “vuelve la vida” a sus lugares de trabajo después de la cuarentena, y así.

No es posible determinar cuáles de todas esas noticias fueron auténticas, falsas o amañadas para hacer que los hechos encajasen en una frase atrapante.

En cierto modo a todos, en mayor o menor medida, nos interesa más estar informados que pasar el rato cuando recorremos titulares, esa táctica perversa de crear sentido buscando tu atención. Pero la realidad, como la vida misma, está llena de contrastes, entrecruzamientos y contradicciones. En un punto toda nitidez se desdibuja: los bordes de lo cierto y lo falso suelen ser borrosos y los empresarios mediáticos, que a menudo compensan con un bono a los trabajadores de prensa que consiguieron más clics, no hacen otra cosa que ratificarlo.

Estos titulares de pandemia recogidos por el Sr. Wēlsh pueden ser considerados fruto de la selección natural de lo que le queda de inteligencia a nuestra especie en medio de una catástrofe de proporciones inéditas en la historia de la humanidad.

Pero también pueden devolver la imagen deformada, el espejo pasmado de lo que medios gráficos, digitales y audiovisuales entienden por comunicación en el siglo XXI: lanzar anzuelos a la caza de giles que opriman la tecla, entren en la página y se queden un rato ahí, de ser posible más de un minuto. Y después de ver el aviso emergente, revolver las pelusas del bolsillo, sonreír y pensar. En nada, preferentemente.

* Es periodista. Edita Factor 302.4, el blog que publicó durante la pandemia el Resumen Semanal de Noticias, parte de la muestra itinerante El número solicitado no corresponde a un abonado en servicio, adyacente del Proyecto Fuck News de Migo Wēlsh.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
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