En la tarde de hoy, la NASA le cumplió el sueño a Elon Musk: poner en órbita la primera nave espacial tripulada realizada por una compañía privada, SpaceX. El sueño terraplanista de confirmar la forma plana de la Tierra deberá esperar: Musk fue contratado por la agencia espacial de los EE.UU., que, para ellos, es una oscura megacorporación dedicada a falsear la realidad utilizando efectos especiales.
El camino a la privatización del espacio exterior quedó allanado con el lanzamiento exitoso del SpaceX. Para otros, en cambio, lo aplastado hoy es el argumento de que la Tierra es plana: la transmisión de imágenes del horizonte curvo por parte de un privado no debería ser parte de un encubrimiento. ¿O sí? ¡Claro que sí!
El buen terraplanista jamás se rendirá: la NASA eligió a la empresa de Elon Musk para el emprendimiento, por ende: son «socios en el engaño”. ¡Faltaba más!
APLANAR LA CURVA A CUALQUIER PRECIO
¿Hubiera sido diferente si el cohete era de tropa propia? Para nada. Veamos el caso del vuelo del finado Mike Hughes, el aventurero que estrelló su cohete casero en el desierto de California. Según su representante, Darren Shuster, Mike declamaba su intención de probar que la Tierra era plana para juntar fondos, no porque fuese sincero. Si el vuelo hubiese funcionado y traía sus pruebas a favor del “esferoterrismo”, hubiera sido acusado de traidor.
En suma, ningún experimento probará la falsedad de lo que el terraplanismo desea creer: éste siempre encontrará una manchita de la NASA al tigre.
El conspiracionismo es un perro que se persigue la cola.
Por eso los terraplanistas nunca abandonarán sus convicciones y vivirán felices por siempre.