¿Y si una mujer alguna vez convencida de haber sido abducida por extraterrestres se da cuenta de que fue víctima de su propia imaginación, “ese continente perdido de la experiencia humana”, y que algunos ufólogos fueron parcialmente responsables de poblar su mente con visiones terroríficas?
Manuel Borraz Aymerich detectó una historia así de asombrosa en el correo de lectores de una vieja edición de la revista Skeptical Inquirer. La carta, firmada por una tal Pamela Roberson, fue traducida por el propio Borraz. La publicamos por primera vez en español en toda su extensión:
A mediados de los años setenta sobreviví a una brutal agresión, tras la cual fuí abandonada inconsciente en un parque público por la noche. Durante muchos años, todo lo que recordaba de esta agresión eran los hombrecillos grises de ojos grandes que ví después a mi alrededor, en los momentos crepusculares antes de poder moverme, antes de recuperar la plena consciencia. Mis recuerdos del trauma en sí eran terriblemente fragmentarios y repletos de detalles extraños, imposibles -fogonazos de luz, retazos de tiempo perdido, los alienígenas, vívidas imágenes del cielo nocturno y otras anomalías-. Años después, comencé a experimentar debilitadores ataques de pánico, períodos de depresión, pesadillas recurrentes en que aparecían los «grises» y experiencias extrañas, agobiantes, de luz brillante. Como no me encontraron ningún problema médico, me sometí a psicoterapia y me diagnosticaron «estrés post-traumático». Es difícil describir el trastorno que todo esto supuso para mí y mi familia. Nunca me sentí tan confundida, tan desorientada, tan insegura sobre lo que abarcaba la «realidad». Fue una experiencia que no le desearía a nadie.
Ningún profesional de la medicina me sugirió, en ningún momento, que podía estar sufriendo ataques cerebrales (que es lo que ahora sospecho que me estaba ocurriendo, después de investigar mucho). De hecho, en un momento dado, mi psicoterapeuta mencionó a John Mack, y me sugirió que ¡quizás había sido abducida por extraterrestres además de haber sido agredida! Ella me explicó –utilizando su jerga psicoterapéutica– que los recuerdos de una abducción alienígena no pueden servir de «recuerdos pantalla» de un trauma, puesto que estos últimos siempre tienen un contenido menos amenazador y existen para proteger a la víctima de las profundas emociones negativas asociadas con el trauma original. Generalmente se da por supuesto que ser abducido por extraterrestres es mucho más traumático y ocasiona mucho mayor ostracismo social que un trauma violento ordinario, por lo que ninguna psique lo adoptaría como mecanismo de defensa. Tras haber sobrevivido a un ataque humano y después de estar convencida durante muchos años de que el trauma consistió en una experiencia de abducción extraterrestre, creo que estoy en una posición privilegiada para comparar ambos escenarios y puedo afirmar que cualquiera que estuviera en mi lugar, yo incluida, tendería a creer más bien la versión alienígena.
En mi opinión, personas como Budd Hopkins, John Mack o David Jacobs se están comportando de manera irresponsable al tratar con los abducidos. No sabemos lo suficiente sobre cómo responde el cerebro al trauma y/o a las tensiones extremas como para estar explotando a la gente con este tipo de problemas, ni tenemos un conocimiento apropiado de la función personal y/o cultural de las «alucinaciones normales», como las experiencias con una luz brillante o los sueños de despertar. Generalmente, la gente que escribe libros populares sobre abducciones extraterrestres enfatiza mucho lo “ordinarios” y “cuerdos” que suelen ser los abducidos, como si las categorías de cordura fueran estáticas y hubieran sido perfectamente comprendidas. No es así. El D.S.M. II ni siquiera tiene los años que tengo yo y además lo van cambiando periódicamente. A menudo, personas que padecen enfermedades mentales crónicas se desenvuelven bien a todos los niveles con el tratamiento adecuado; algunas incluso son famosas (¡de hecho, muchas escriben libros!).
A la inversa, personas sin signos clínicos de patologías mentales pueden sentirse enfermas después de un cataclismo personal. Es irrespetuoso y engañoso referirse a los seres humanos como si pudiésemos ser fácilmente etiquetados como «locos» o «cuerdos». La gente «cuerda» pude tener problemas de locura. La gente «loca» puede hacer valiosas contribuciones a la sociedad. La Psicología es todavía una ciencia en pañales. Nos despreocupamos demasiado de su retórica.
De todos modos, quisiera destacar que la aproximación literal, popular, a las abducciones ni siquiera es útil. Sin duda, no lo es para los abducidos, a los que se deja indefinidamente a merced de sus terroríficas visiones, cuando no se les fuerza a espiritualizarlas para aliviar su caos emocional. Tampoco es de ayuda para la sociedad en su conjunto, pues no aporta nada a nuestro conocimiento colectivo de la estructura y función de la imaginación: ese continente perdido de la experiencia humana tan a menudo degradado y menospreciado por los pensadores empíricos. «Es sólo imaginación», dicen. ¡Pero hablando de imaginación, el «sólo» no tiene sentido! Cuando una poderosa narrativa se une a una intensa experiencia corporal y una vívida imaginería, hay que andar con cuidado.
Pensemos en los juicios por brujería del siglo XVI. Pensemos en Heaven’s Gate. La imaginación merece nuestro respeto y nuestra atención crítica, nuestras reflexiones más atinadas, especialmente ahora que los medios visuales son tan dominantes y poderosos.
En particular, me gustaría que se exploraran cuidadosamente las posibles conexiones entre el trauma físico, por un lado, y las funciones narrativas e imaginales de la cognición humana, por el otro. En este sentido, creo que tanto yo como otras personas que están luchando con extrañas experiencias, merecemos un tratamiento más compasivo e informado. Tengo la impresión de haber perdido un montón de dinero y de tiempo a cambio de muy poca ayuda. Al final, quedé a expensas de mis propios recursos, de mi propia capacidad crítica. Me preocupa lo que ocurre con la gente sin capacidad crítica. Nadie debería utilizarlos para vender libros.
Pamela Roberson
Mishawaka, Ind.
Primera publicación:
Skeptical Inquirer, vol. 22, N° 5 Sept.- Oct. 98), p.64. Traducción: Manuel Borraz Aymerich (Fundación Anomalía).
RELACIONADAS:
Falleció Budd Hopkins, gurú y agente propagador de los abducidos.
Abducciones: hace 50 años comenzaba la leyenda. Peter Brookesmith entrevista a Betty Hill.
Las memorias recuperadas de Budd Hopkins. Por Luis R. González
Bienvenidos al fin del mundo (Heavens Gate y otros). Por Alejandro Agostinelli
¡Detengan las abducciones alienígenas! Por Alejandro Agostinelli (en Ciencia bruja).