“¡Hurra! Este video de los marines cantando va a poner locos a humanistas seculares”, tuiteó el ex-coronel de la armada y ex congresista norteamericano Allen West. A lo largo de un mes, toda clase de congregaciones cristianas lo propagaron por la web. Y, contra la expectativa de West, pocos sitios dedicados a la crítica de la religión se refirieron al video donde medio millar de infantes de marina de los EE.UU. en la Base Camp Pendleton, California, canta la canción “Días de Elías”, que compuso el cantante judío mesiánico Paul Wilbur.
Lógicamente, lo que para algunos es un fenómeno de revitalización religiosa, para otros es el legendario fuelle que aviva el espíritu guerrero de los pueblos. Este sentimiento visceral no sólo está en los templos, también lo encontramos en la política o el deporte, ámbitos que no se caracterizan por invitar a las masas a la reflexión crítica.
Cuando publicó el video. la señora Merrie Pardee Baldwin aclaró que su objetivo fue “alentar a los soldados estadounidenses. Muchos están preocupados por la creciente violencia del Estado islámico en el Medio Oriente y la amenaza de guerra contra Estados Unidos.” De hecho, numerosos sitios y blogs cristianos definen al tema como “una canción optimista de adoración cristiana sobre la esperanza y la redención”.
El himno entonado por los marines norteamericanos se da en un contexto de guerra religiosa encarada no sólo por grupos fundamentalistas árabes, sino también por los aparatos ideológicos de la gran superpotencia del “mundo libre”.
Esta es la letra en castellano, como para ir entrando en calor:
Estos son los días de Elías,
Declara la palabra del Señor:
Y estos son los días de tu siervo Moisés,
La justicia se está restaurando.
Y aunque estos son días de gran prueba,
Del hambre y la oscuridad y la espada,
Sin embargo, somos la voz en el desierto de llorar
«Preparad el camino del Señor!»
He aquí que viene cabalgando sobre las nubes,
Brillando como el sol en la trompeta;
Levante su voz, que es el año del jubileo,
Y fuera de la colina de Sión viene la salvación.
Estos son los días de Ezequiel,
Los huesos secos cada vez que la carne;
Y estos son los días de tu siervo David,
La reconstrucción de un templo de alabanza.
Estos son los días de la cosecha,
Los campos son de color blanco en su mundo,
Y nosotros somos los obreros en su viña,
Declara la palabra del Señor!
No hay Dios como Jehová.
No hay Dios como Jehová!
“Mi dios tiene los huevos más grandes que el tuyo y, como digas lo contrario, te voy a arrancar las pelotas a mordiscos”, resumió el concepto mi amigo Pedro Luis Gómez Barrondo, que además es psicólogo.
“Lo malo de todo este concepto de la divinidad -sigue Gómez Barrondo- es que Dios suele ser bastante paranoico y bipolar y no es raro ver como, a lo largo de la Historia, el dios de bondad y del amor ha dejado paso al de la mala leche, la rabia, la venganza y la aniquilación.”
El carácter desafiante del himno es bastante claro. «No hay Dios como Jehová», dice. El “aliento” se da bajo la forma de la exaltación de la superioridad del dios propio sobre la de los otros.
En suma, el video es «una gran lección de camaradería y fraternidad». Y si no te gustan los bombardeos sobre población civil en Siria, Irak o Gaza, no hay de qué preocuparse: el programa PCS («Preparad el Camino del Señor») empezó hace décadas. Estos son, apenas, “los días de la cosecha”.
Vía Panastronomía y Pedro Luis Gómez Barrondo