
“La herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si puedes controlar el significado de las palabras, puedes controlar a la gente que debe usar las palabras.”
“¿Saben cuál es la verdadera base del poder político? No las armas ni las tropas, sino la habilidad de hacer que los demás hagan lo que uno desea que hagan.” ―Philip K. Dick
Un 16 de Diciembre nacía Philip K. Dick (1928-1982), pero las evocaciones no deberían comenzar aquí: no parece tan importante la fecha de su nacimiento como las de sus múltiples renacimientos; como la de sus múltiples presentes. “Muchas personas aseguran recordar sus vidas anteriores. Yo, por mi parte, afirmo que puedo recordar una vida presente distinta”, como dijo él mismo en el discurso de Mez, en 1977 (citado en la biografía de E. Carrère, “Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos”). Sí, claro: su hermana melliza murió a poco de nacer y nunca dejó de endosar esa culpa a su madre y a sí mismo. Pero todo lo que vino después fue más duro, o casi tan duro.
“Acababan de matar a John Lennon y creo que sé para qué estamos en la Tierra: para descubrir que lo que más quieres te será arrebatado, probablemente por un error en un lugar elevado y sin intención”, escribe Dick en La transmigración de Timothy Archer. ¿Cómo no seguir leyéndolo después de esta declaración de principios?
Cabeza robótica de Philip Dick (Hanson Robotics, 2005)


Iluminadas por el Hall of Fame tenemos a su novela de 1968 “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” (“Do Androids Dream of Electric Sheeps?”), parte de la cual fue a parar a Blade Runner, la canónica película de Ridley Scott; una novela corta suya de 1966 que nos hizo pensar como actor a Arnold Schwarzenegger (El vengador del futuro, 1989), Minority Report (S. Spielberg, 2002), “A Scanner Darkly” (Una mirada en la oscuridad, R. Linklater, 2006), para no hablar de lo que le adeuda la trilogía The Matrix y otros clásicos del género como The Truman Show o Vanilla Sky.

La vida de Dick es, también, una metáfora. Sus biografías nos llevan a explorar los límites entre la locura y la genialidad. Son una muestra cara –nada es gratis– sobre el destino de los hombres, que serán “chiflados” a menos que demuestren la capacidad de hacer algo bueno con sus visiones.
“Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos”. Por Emmanuel Carrère
Philip K. Dick, un visionario entre charlatanes, por Stanislaw Lem (1996)
«La experiencia VALIS». Cuando Dick esperó a Maitreya. Por Pablo Capanna. Ese texto era un adelanto de «Idios Kosmos. Claves para una biografía de Philip K. Dick». Ed. Cantaro – Ensayos Buenos Aires, 2006.
El último testamento de Philip K. Dick. Por Gregg Rickman. En este texto está basada la excepcional biografía dibujada por Robert Crumb.
A Scanner Darkly – Una mirada en la oscuridad. La mejor novela de Philip Dick








