Lo creían vivo y salieron a recorrer toda la ciudad. Fue, tal vez, el desaparecido del edificio de Salta 2141 demolido el 6 de Agosto de 2013 cuyos familiares y amigos buscaron con más ilusiones tras la explosión que causó el más trágico derrumbe sucedido en la historia de Rosario.
El padre Ignacio Peries dijo que Santiago Laguía seguía vivo. No fue el único, a otros testigos también les pareció. Un rescatista dijo que lo había ayudado a salir del edificio, dos chicas juraron haberlo visto deambular en la zona y otro dijo haberle prestado un teléfono para que pudiera hacer un llamado. Por eso, cuando el domingo pasado Claudia fue a la parroquia Natividad del Señor para rezar por su hijo, las esperanzas de la mujer revivieron. El padre Ignacio la llamó aparte, le regaló una medalla para darle coraje y le pidió que no perdiera la fe.
“Nos dijo que mi hijo está con vida, que él puede sentir los latidos de su corazón, que puede estar shockeado o mareado pero que lo busquemos y nos indicó que específicamente fuéramos a las zonas verdes de la ciudad”, explicó la madre de Santiago a La Capital, antes de lanzarse a rastrillar parques y plazas de la ciudad.
Un amigo de Santiago dijo algo parecido: “La búsqueda en ese lugar específico se basa en varios testimonios que indican que lo vieron por ahí. El Padre Ignacio manifestó en tres oportunidades que ve signos vitales, que no entiende porque no lo encuentran, y que ve verde”, dijo a La Capital cuando fue consultado por la relación del cura con los sitios elegidos para la búsqueda.
Santiago Laguía, estudiante de Medicina, nacido en Pergamino, de 25 años, vivía en el 8º piso del edificio destruido por la explosión.
Pero resulta que ayer encontraron el cadáver.
Desde 1′ 30″ la madre de Santiago habla de la intervención del padre Ignacio.
El padre Ignacio Peries, entonces, “ve viva” gente muerta.
¿Quién es el padre Ignacio? Es, tal vez, el sacerdote más popular de Santa Fe y de más allá también. Llegó a Rosario en 1979, en plena dictadura. Desde entonces su fama crece sin parar. En la parroquia Natividad del Señor, en el barrio Rucci, congrega a miles de creyentes, curiosos y enfermos de todo el país. Él alega tener “dones”, que afirma haber descubierto en sí mismo cuando tenía entre 12 y 14 años edad. “Yo puedo percibir ‘cosas’ al dialogar con la gente”, le dijo al Diario Uno.
El no es de acá, nació el 11 de octubre de 1950 en Sri Lanka (ex Ceylán) y fue ordenado sacerdote en Gran Bretaña el 29 de julio de 1979.
“Hay que tener en claro que no soy un ángel, ni un dios, ni un extraterrestre, soy un ser humano más. Hay gente que habla de dones y los explica, pero yo personalmente no sé cómo hacerlo, habría que entender la cabeza de Dios”, contestó al cronista.
Esto que sigue es para Ud., padre: si es un ser humano –si no es un ángel, un dios o un extraterrestre–, mantener los labios sellados puede ser una bendición. Sus visiones erróneas pueden hacer estrellar las emociones de una madre desesperada, pueden empujar a alguien a la locura de creer en lo imposible, pueden alentar esperanzas que no la conduzcan a la serenidad o peor, puede hacer estallar sus ilusiones y quedar Ud. seriamente salpicado.
Si sus percepciones son borrosas, padre, si la ansiedad por «colaborar» le nubla la visión, la próxima vez póngase un parche en la boca. Padre.
La familia Laguía no se lo merecía. Merecía buena fe, esto es otra cosa.
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Nota: El autor agradece al lector de Factor 302.4 en Facebook «Soy Un Mono Erguido» por el enlace sobre la “visión” del Padre Ignacio.