Puede que el triste adiós a Chavela Vargas no opacara el descenso porque son públicos distintos. Tampoco es que nuestro planeta gire alrededor de Marte: millones de seres humanos miran para otro lado, a qué negarlo. Sólo los que nos perdemos voluntariamente las Olimpíadas estuvimos metidos dentro del Jet Propulsion Laboratory, imaginándonos entre ingenieros de vuelo o científicos de la NASA pendientes de los 7 minutos de terror de la Mars Science Laboratory Rover Curiosity (MSL). Durante aquellos minutos, que al final fueron 8, el vehículo robótico pudo caer violentamente, como una cortina de ceniza brillante, aunque sin temor a daños colaterales ni grandes posibilidades de preveer marcianos comiéndose las uñas. La cosa acabó siendo el amartizaje soñado, a solo 2 metros del destino previsto en el cráter Gale.
El Planeta Rojo, tras ocho meses de vuelo, se acercó aceleradamente al rover. En pocos minutos sabríamos si los 2.500 millones de dólares invertidos en la misión serían el polvo o la gloria. El resultado fue impresionante, pese a que un par de videos caídos amenazaron con reactivar a la legión más retrógrada del ejército conspiranoico. Más que las fotografías que circularon hasta ahora, que no muestran gran cosa, la animación que imaginaba los siete minutos previos al aterrizaje está entre los materiales de difusión más atractivos generados por la NASA en estos días. Y emocionantes, vistos con el diario del Lunes.
“Curiosity” rodará a través de la superficie del planeta Marte durante un par años, donde buscará agua y vida microbiana. Ray Bradbury estuvo a meses de presenciar la aventura. Hoy varias generaciones de lectores realimentan sus ilusiones con un cóctel de remedios para melancólicos, con una pizca de Dick y una fina lluvia de recuerdos de las Viking, cuando aún esperábamos humanoides agazapados detrás de las rojizas colinas de Cydonia.
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