Diego Luis Hernández, director periodístico de“Si muove”, la revista del Planetario de la Ciudad de Buenos Aires “Galileo Galilei”, es autor de esta atrapante visión astronómica sobre una de las obras más célebres que conjugan pintura con la observación del cielo: la Noche estrellada de Vincent Van Gogh. Allí aparecen la naturaleza, la noche y los característicos remolinos que tanto atraían al pintor, junto con las estrellas y la Luna, envueltas en un halo luminoso.
Van Gogh acostumbraba a pintar estrellas porque, además de contemplar su belleza, era aficionado a la Astronomía. Había leído, entre otros, el libro de Camille Flammarion Astronomía Popular (1881), uno de los más importantes de la época, y recibía las revistas internacionales en las que se comenzaba a publicar fotografías de nebulosas y galaxias por primera vez en la historia.
A las estrellas que pintaba, de noche y al aire libre, iluminado sólo por velas, las ubicaba en su verdadera posición, más allá de las licencias artísticas que se tomaba, conformando incluso constelaciones reales y fácilmente reconocibles. Por ejemplo, en otra de sus obras, Noche estrellada sobre el Ródano, se ve claramente a la Osa Mayor.
En la La noche estrellada no parece tan fácil reconocer el cielo, aunque tomando la posición de la Luna Menguante; de Venus, que parece ser el astro brillante blanco amarillento que figura a la derecha de un ciprés; puede tratarse de un amanecer, por los tonos claros que se ven cerca del horizonte sobre las colinas; por la época de la obra, podemos rastrear que el cielo se mostraba así (ver arriba) en la madrugada del 25 de mayo de 1889 si se observaba hacia el este desde la ventana de la habitación del sanatorio de Saint-Rèmy, Francia. Allí Van Gogh pasó internado, con problemas psiquiátricos, los últimos meses de su vida. Se puede suponer, entonces, que las estrellas que acompañan la escena pertenecen a las constelaciones de Aries y Piscis. Van Gogh no realizó in situ su paisaje estelar, sino que lo observó en la madrugada y lo pintó luego de memoria.
Queda por resolver qué representan (si es que para Van Gogh representaron algo en particular) los remolinos que se encuentran en el centro de la imagen. Si la ubicación de las estrellas es la correcta, hay allí, en la constelación de Piscis, una galaxia espiral llamada M 74; no es visible a simple vista, pero sí con telescopios como los que ya existían a finales del siglo XIX. Es posible que el pintor, conociendo la ubicación de la galaxia gracias a los libros y las revistas especializadas que leía, haya colocado allí a M 74, aunque nunca se lo confesó a nadie. Hilando más fino aún, el remolino más pequeño hasta podría ser otra galaxia que habita la misma zona del cielo, NGC 660, más pequeña y menos brillante que M 74.
Fuente: “Si muove”, revista de divulgación científica de El Planetario de la ciudad de Buenos Aires “Galileo Galilei”. Nº 1 Año 1. Invierno 2011
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