En la revista NEO la directora nos tenía prohibido escribir sobre nazis, mariposas o suicidas. No era por nada malo, solo que sentía repugnancia por esas tres cosas y tal vez creía que esos temas «ensuciaban» su revista.
Me voy a dar un gusto: en este post hay un nazi suicida; y si bien tiene algo de psicodelia, faltan las mariposas. O no, quién sabe.
Anoche, en su programa 70.20.12, Chiche Gelblung dedicó parte de un informe al día en que el actor Carlos Perciavalle confesó que durante el accidente automovilístico que tuvo el 9 de febrero de 1991 fue reemplazado por un extraterrestre.
En la entrevista, Gelblung le preguntó si había una ruptura entre aquel Perciavalle y el que lo suplanta desde el accidente. Desde luego, el actor responde que sí. Y recuerda que antes del “operativo recambio” no estaba bien. Por entonces vivía agobiado. Mucho estrés laboral, mucha droga. Gracias a aquella experiencia dejó la cocaína. “Fue un mensaje que me mandaron los muchachos de arriba. Tengo 19 años, porque mi vida se cuenta desde ese momento. Estoy seguro de que los ovnis armaron todo para que reaccionara”, dijo.
Chiche le preguntó si había una ruptura entre el Carlos de antes, el arrebatado por la nave, y el Carlos que lo relevó y el entrevistado dijo que sí. Ruptura es cambio, salto, borrón y cuenta nueva. Su vida, quiso significar, se había reiniciado.
La segunda parte del informe siguió con otra historia. Se ocupó del día en que -según evoca el mismo Carlos Perciavalle– él y China Zorrilla vieron a Adolf Hitler en una casa enorme en San Carlos de Bariloche, allá por 1970. Lo vieron junto a Eva Braun –el criminal conservaba sus clásicos bigotes y sus tres pelos en la cabeza– y huyeron del caserón muertos de miedo.
Nadie pregunta qué hacían allí, o quién fue el irresponsable que invitó a los intrusos a esa cena.
No importa. Parece difícil que, a 25 años de la caída del Tercer Reich, un homicida serial mantenga el mismo corte de bigote. Más después de Núremberg. Más todavía después de la cacería internacional contra todos los criminales del régimen. El detalle del bigote parece una provocación exagerada. Lo es incluso para quien podría estar muy tranquilo desde que el mundo dio por buena la noticia de su suicidio, el 30 de abril de 1945.
Pero hagamos una crítica emic. Desde el propio relato de Perciavalle. El 9 de febrero de 1991, el actor fue reemplazado por un extraterrestre. No puede, por lo tanto, conservar recuerdo alguno de una escena que habría vivido en 1970.
Pero nada de esto se dice. Si se dijera, no habría programa. No habría motivo alguno para deslizar la posibilidad –que muchos darán por cierta– de que el suicidio de Hitler fue un engaño y vivió en Bariloche.
Trascartón, Chiche pasó a otro tema. El polémico topless de Susana Giménez.
Leer de Roxana Kreimer «El milagro de Juan Pablo II, Hitler en Bariloche y el pensamiento crítico»