En la mañana del 27 de julio murió Hilary Evans (1929-2011), uno de los ufólogos más cultos que he conocido en mi vida. En realidad, de ufólogo le quedaban las canas: ya hacía décadas que Hilary era considerado, con justicia, un escritor y bibliófilo erudito. Un intelectual que, si bien se había especializado en asuntos forteanos, amaba la literatura en todas sus formas.
Junto a su esposa Mary, con quien vivió en Lewisham, en el sur de Londres, fundó la Librería Mary Evans Picture. Cuando ella falleció, hace justo un año, Hilary donó la totalidad de su biblioteca ufológica a la A.F.U. Archives for UFO Research de Suecia.
En 1964, los Evans decidieron construir su librería especializada en imágenes antiguas. No había otra y les fue bien. Así fue cómo comenzaron a vivir dignamente de la pasión que compartían. Que era inagotable, como la vocación de Evans por lo extraño. Hilary estudió literatura inglesa en la Universidad de Birmingham y escribió varios libros que facilitan la comprensión de la dimensión social y cultural de los fenómenos anómalos, entre ellos Gods, Spirits, Cosmic Guardians, UFOs 1947-1997, Fifty Years of Flying Saucers, Seeing Ghosts, From Other Worlds y el flamante Outbreak! The Encyclopedia of Extraordinary Social Behavior junto a su amigo, el sociólogo Robert Bartholomew.
Yo lo conocí en 1991, cuando ambos fuimos conferencistas en el Congreso Internacional de Ufología organizado en Santander, España, por la revista Cuadernos de Ufología.
De nuestro encuentro recuerdo, sobre todo, tres cosas. Una, que me pidió que le consiguiera antiguos libros argentinos de ovnis, ciencia ficción y fenómenos extraños de mediados del siglo XX. En aquellos tiempos no estaba demasiado atento a las antigüedades ufobibliográficas y le contesté que me hacía el pedido justo cuando yo, más que conseguir libros viejos, quería deshacerme de los que tenía.
Hablamos de los grupos de contacto ovni, otro tema que le fascinaba. En esa época yo pensaba que las religiones ufológicas no estaban formadas por “auténticos buscadores”; a quienes ni siquiera les daba el estatus de «aficionados». Ingenuamente, yo creía que estas organizaciones aprovechaban maliciosamente el imaginario ovni para atraer despistados. Hilary, que ya veía el asunto desde una perspectiva más amplia, me dibujó sobre el mantel de papel de la mesa donde almorzábamos un esquemita donde explicaba que el entorno histórico, social y cultural era decisivo en todo grupo humano, siendo las personas con inclinaciones religiosas objeto de la misma influencia que reciben los aficionados a lecturas platillistas, los ufólogos que buscan evidencias alienígenas o los escépticos que intentan desmentirlo. No voy a decir que esa conversación fue decisiva en mi carrera posterior porque no sería verdad ni soy el tema de este obituario, pero me gusta creer que Evans influyó en mis ideas mucho más de lo que probablemente lo hizo.
También me confió que había iniciado una nueva investigación (año 1991, insisto), el Proyecto SLIDE (acrónimo de Street Lamp Interference Data Exchange, o Intercambio de Datos sobre la Interferencia en las Lámparas Callejeras). Es decir, el caso de las “anguilas humanas”, aquellas personas supuestamente “cargadas eléctricamente”, pero tan potentes como para prender o apagar el alumbrado de la calle. Luego no supe a qué conclusiones llegó (aunque al tema le dedicó un libro, The SLI Effect – Street Light Interference Effect, 1993-2005, que se puede descargar de la web). Evans fue uno de los primeros investigadores que le dio un encuadre “formal” al «problema», que prosiguió y sobre el cual ahora hay bastante escrito (*).
El único de sus libros en español, que seguramente Editorial Kier tradujo por error, fue Visions, Apparitions, Alien Visitors (Visiones, apariciones y visitantes alienígenas, 1990). También podemos encontrar excelentes artículos suyos en varias publicaciones de la Fundación Íkaros.
Hilary fue un tipo de inteligencia cálida, modales suaves e inglés en el más detectivesco sentido de la palabra. Sentí pena cuando revisé la web y comprobé que casi ningún sitio hispano había recordado su trayectoria. Una excepción fue, como siempre, Marcianitos verdes, siempre al día y sin otro objetivo que dar buena información sobre estos temas. Para más detalles de su obituario, entonces, recomiendo visitar el sitio de mi amigo Luis Ruiz Noguez.
(*) Street Light Interference Effect: Para quienes analizaron con escepticismo el fenómeno es un ejemplo del sesgo de confirmación, esto es, la tendencia de analizar la información de manera que ratifica nuestras creencias previas, lo cual nos conduce a interpretaciones equívocas. En el caso del “Efecto SLI”, una persona tiene más probabilidades de asombrarse ante un poste de luz que se activa o desactiva justo en el momento en que está pasando (al contrario que si esta lámpara estuviera fuera de su área de visión); esto es: el que cree que el efecto es causal le da a la coincidencia un valor superlativo, e informa sobre ella. (En la web abundan videos sobre el tema donde nada sucede, y cuando sucede no sabemos cuántas pruebas hicieron falta para que se produjera «el fenómeno», o la coincidencia).
ENLACE DE INTERÉS. Para saber más sobre Outbreak! se puede leer un extracto en la revista Fortean Times, «Strange tales of mass hysteria».