
Ya está bien: no voy a escribir sobre mi minúsculo desvelo sino asentar una digresión sobre el fundamentalismo extremista ante las expresiones culturales disidentes, un tema que no toco desde 2009, cuando Naciones Unidas sancionó una increíble resolución sobre la blasfemia.
Abajo reviso una noticia del año pasado que, creo, pasó inadvertida. Tiene que ver con el cuadro censurado de un artista que quiso hacer reflexionar sobre el caso del caricaturista amenazado por grupos extremistas islámicos.
En abril de 2010, el municipio de Grenaa, Dinamarca, retiró de una exposición este cuadro (ver arriba) del artista danés Hans Christian Sørensen, que roza el maravilloso estilo del pintor surrealista belga René Magritte (1898–1967).

Por si el lector no lo recuerda, Westergaard fue el ilustrador que hizo estallar de ira a varios grupos musulmanes fundamentalistas por sus caricaturas de Mahoma, la más famosa de las cuales fue usada por Sørensen en la paráfrasis gráfica censurada por sus coterráneos.
Desde la publicación de aquellas caricaturas, Westergaard vive con custodia permanente en una casa que tiene un refugio blindado en caso de ataque. En 2008 y en 2010, el caricaturista fue víctima de sendos intentos de asesinato; en el primero, el intruso, un somalí que intentó romper la puerta de la casa a hachazos, fue asesinado por los guardaespaldas de Westergaard; en el segundo ataque, el dibujante tampoco hubiera contado el cuento sin protección policial.

Cuando la muestra se prohibió, Sørensen explicó que él era un humorista, y que con su pintura “no quiso provocar”. Dijo sobre la censura: “A mi me parece bien que Kurt Westergaard dibujara a Mahoma, pero para mi obra eso no importa; si alguien debe sentirse ofendido por el tema de mi pintura estos son Westergaard o el cerdo”.

La cobarde censura de los funcionarios daneses olvida que en 2004 la cultura del norte europeo se debió sobreponer al duro impacto que causó el asesinato de Theo van Gogh, el cineasta holandés ateo muerto a manos del extremista musulmán Mohammed Bouyeri. El fundamentalista marroquí clavó en el pecho del activista anticlerical una carta firmada “en nombre de Alá”, donde anunciaba los nombres de sus futuras víctimas.
Recordar estos crímenes, que además son atentados a la libertad de expresión, calma cualquier ego herido.
Los comentaristas de Yahoo! Argentina, tan enojados con la información herética que a veces contiene Ciencia Bruja, pueden seguir desahogándose tranquilos. Nadie se los va a impedir. Queda el consuelo de creer que quienes están de acuerdo con mi enfoque carecen de motivación emocional.
La simpatía racional es discreta; y, graciadió, raramente se traduce en militancia.
Vía Durotrigan y Creepingsharia







