Si mi memoria no falla, con A.J. Gevaerd nos conocemos desde fines de los 80, cuando yo todavía integraba la Comisión de Investigaciones Ufológicas (CIU). Más adelante, allá por 1997, tuvo el bonito gesto de invitarme a Brasilia a participar del First Word UFO Forum, un gigantesco congreso internacional de ufología organizado por su grupo, el CBPDV. Por entonces yo era colaborador de la revista Descubrir y escribí una crónica sobre el evento que no coincidió con sus expectativas. Por eso nuestra relación se resintió.
Evidentemente, mi honestidad hubiera dejado mucho que desear si ponía mi gratitud por encima del imperativo ético de expresar mi impresión del evento con libertad (una impresión duradera, ya que nunca más volví a participar en congresos del género).
A Gevaerd también le costó superar el disgusto, pese a que mis críticas no habían sido tan duras. Al final, ganó la libertad de expresión y, poco a poco, retomamos la relación.
Con los años, he aprendido separar sus ideas y creencias del cariño que siento por él, siempre acabo rescatando el valor de la amistad. Esto no significa que deba silenciar mis opiniones cuando –a mi juicio– sus aventuras en el mundo de los ovnis trascienden las cuestiones de fe ufológica y llegan más lejos. En estos días me pareció ver que Gevaerd traspasó ese límite por el fervor que transmitió al comunicar su participación en el encuentro ufológico organizado por Nación del Islam (NOI), el movimiento neomuslmán –y ostensiblemente antisemita– liderado por Louis Farrakhan.
En un artículo publicado en la página web de la revista UFO, pretenciosamente titulado Un misterioso simposio y una conquista sin precedentes en la Ufología mundial (existe una versión en español), Gevaerd confió sentirse emocionado por “estar presente en ese momento histórico”, refiriéndose así a la ilusión de que Farrakhan podía influir sobre el presidente Barack Obama para liberar “información top secret” sobre los ufos los EE.UU.
Aquel texto no aportaba nada sobre las creencias del NOI o del carácter racista y antisemita de la prédica de su anfitrión. Por eso resumí en un post las creencias ufológicas de Farrakhan y la relación de estas con la historia de su movimiento. Desde luego, A.J. Gevaerd y Jaime Maussán obviaron aludir este asunto. De ahí mi reacción inmediata, que fue la de informar lo que nadie decía públicamente.
AlieNation: lider afroamericano antisemita organiza encuentro ovni
En un debate que mantuvimos en las listas de la revista UFO (de donde luego fui expulsado) y de la lista argentina Planeta Ufo (que dedició poner fin al debate), Gevaerd recordó el contenido de un mail que él había enviado pocos días antes a los 3.500 participantes de su lista de correos. En ese mail, él declaraba su sorpresa ante el discurso de Farrakhan:
Ahora, la verdad sea dicha, el evento principal de la convención anual del Nación del Islam, en la tarde del domingo, centrado en un discurso por Farrakhan a 17 mil personas, que duró casi cuatro horas (he oído alrededor de 2,5 horas ante de ir al Aeropuerto), fue otra cosa. Aunque él volvió a ensalzar a los ovnis y a nos trató como una ‘élite científica’, que no somos, y prometer una vez más llevar el asunto ante Obama, me escandalizó el contenido de su discurso. Extremadamente radical y racista, autoproclamada y odiosa, antisemita, homófobica, el discurso de Farrakhan me dejó -y a todos- una sensación muy mala.
Touché! Admito no haber leído el mail publicado en la lista de la revista UFO hasta que él lo señaló y –nobleza obliga– sería mezquino de mi parte no dejar asentado el rechazo que declaró sentir Gevaerd por Farrakhan (aunque, como se dijo, el artículo escrito por Poian, acaso por un malentendido pudor, ignora esto).
En esa discusión, Gevaerd se enojó con el autor de estas líneas porque lo había “criticado a distancia”, ya que él había viajado al encuentro organizado por NOI “para ver con sus propios ojos que Farrakhan es un extremista radical”. Tal vez Gevaerd necesitaba dar una conferencia en un evento del NOI para saber esto. Yo no: sobre el tema existe abundante literatura (Singh, Robert, 1997).
Cuando su rival en Brasil, el escéptico Kentaro Mori, publicó mi artículo en portugués, Gevaerd me escribió: “Dime con quien andas y te diré quién eres”. Esta crítica por elevación tiene un efecto paradojal, tratándose de una persona que acaba de ser invitada a hablar por un extremista antisemita, o que elige como compañero de andanzas a un peso pesado del charlatanismo como Jaime Maussán. Pero yo no juzgo a las personas por sus compañías, prefiero hacerlo por su propia producción.
(Aquí había dos párrafos publicados en la «lista pública» UFO (subrayo «lista pública» porque así, con esas palabras, había sido definido ese foro por su responsable, A.J. Gevaerd. Ambas frases fueron retiradas a pedido de Gevaerd. Ahora, solo pueden conocer su contenido los miembros de la «lista pública» UFO, particularmente el mensaje 119083).
Gevaerd especula que, como Farrakhan representa a un extremo radical en la sociedad norteamericana (como lo confirma el carácter antisemita de su movimiento), Obama podría tomar en serio un pedido procedente de un señor con una ideología que consigue estar a la derecha del Partido Republicano.
En suma, no importa que el medio resulte espantoso. Lo que importa es el objetivo.
En este análisis sociopolítico de preescolar que hace de las motivaciones de Farrakhan se deja olímpicamente de lado que –en la cosmogonía del NOI– los ovnis son un elemento fundante. El profeta Elijah Muhammad, “organiza desde su nave madre la caída de 6.000 años de reinado del hombre blanco”. (Donna Kossy, citada por Christopher Collins y Daniel Wojcik). Esta religión neomusulmana necesita ufólogos que ratifiquen la existencia de ovnis porque, si los ovnis no existieran, el profeta Elijah se queda sin morada.
Para Farrakhan, los negros son el hombre original, los elegidos de Dios, mientras que los blancos “han sido sintetizados artificialmente en un laboratorio por un malvado científico negro llamado Yakub”. Los fieles de Nación del Islam no creen que su profeta Muhammad haya muerto en 1975. Para ellos él escapó de su destino y su salud fue restaurada a bordo de una enorme “rueda plana”, la misma que vio el profeta Ezequiel, como describe el Viejo Testamento, en una relación bíblico-ufológica difundida desde 1974 a partir de una famosa interpretación de un tal Josef Blumrich.
En el libro The Mother Plane, el profeta Elijah Muhammad describe que “aquello que los blancos llaman ovnis, para nosotros son las ruedas de Ezequiel”. Fue en la isla hoy ocupada por Japón donde se construyeron esas naves utilizando “15 mil millones en oro de aquel momento”. Farrakhan añade que su maestro le explicó que dentro de esa rueda hecha del acero más resistente “hay 1.500 pequeñas ruedas, de 800 metros por 800 metros, como un planeta pequeño que contiene tres bombas”. Una amenaza que pende sobre nuestras cabezas, sostiene en su opúsculo La destrucción divina de América: ¿Se puede evitar? Son los “blancos” quienes han pretendido recrear estos “planos” en películas como Independence Day, pero atribuyendo a los extraterrestres intenciones aviesas. Todo lo contrario que el NOI cree: las naves tienen las mejores intenciones: rescatarán a los negros y eliminarán a los blancos.
Dos palabras más sobre la polémica con Gevaerd. Y sobre UFO (ver algunas portadas). El señor edita una revista que necesita del constante sostén y/o renovación de la fe de sus lectores. No puede dejar de prometer “inminentes revelaciones” con relación a la vida alienígena, y debe racionalizar sus expectativas (“ver el medio vaso lleno”) y dejar el análisis crítico a “los escépticos”, a quienes no pierde ocasión de ridiculizar o mencionar en tono despectivo. Hay un punto bien concreto donde la religión ufológica se une con la de Farrakhan.
Para terminar, insisto en que mi intención nunca fue reseñar un encuentro en el que no participé sino brindar la información que poseía (y aún nadie publicaba) sobre las creencias milenaristas de Farrakhan.
También quise decir por qué pienso que es una recalcada ingenuidad esperar algo bueno de Farrakhan, más allá, incluso, de si es cierta o no su declamada amistad con Obama (en el post en cuestión explico por qué, si hubo amistad, esta ya no existe o no puede ser expuesta a los electores del presidente de los EE.UU.).
En el artículo originalmente publicado en UFO, Gevaerd celebra efusivamente la entrevista que mantuvo con Farrakhan sin deslizar la menor crítica al discurso (que como vimos sí hizo en la lista de correos, a todas luces un sitio más discreto). Aún así, él afirma que yo me apresuré, que él siempre pensó en publicar en su revista todas estas cosas que yo dije en Factor 302.4. Así lo espero, y si no llegara a ser así, aquí quedan documentadas (y desde luego, le agradezco que me autorizara a publicar fragmentos de las cartas que envió a su lista –NdelA: Este agradecimiento ha dejado de tener sentido, pero lo dejo para que quede constancia que el texto original fue alterado a pedido de Gevaerd).
El doble discurso y alcanzar ciertos objetivos «con quien sea» puede costar muy caro. O muy barato (después de todo, este blog es poco influyente). Por último, yo no estoy vinculado con la revista UFO y aquí todavía puedo escribir lo que quiero, cómo quiero y sobre lo que quiero.
Es más, me atrevo a suponer que Gevaerd desconocía mucha de la información publicada. De lo contrario, ¿por qué se escandalizó al oír el discurso antisemita de Farrakhan? Me alegra, siendo ese el caso, haber sido útil.
Y si así no fue, recuerdo que periodismo también es decir lo que otros, por las razones que sean, callan u ocultan. Aunque los otros resulten ser personas hacia las cuales, por diferentes razones, uno sintió cariño.
Bibliografía consultada
The Farrakhan Phenomenon. Race, Reaction, and the Paranoia Style in American Politics. Singh, Robert. Georgetown University Press, Washington D.C, 1997.
The End of the World as We Know It. Faith, Fatalism, and Apocalypse in America. Wojcik, Daniel; New York University Press, 1997.
Homeland Mithology. Biblical Narratives in American Culture. Collins, Christopher; The Pennsylvania State University Press, 2007