El día que me fui de Editorial Perfil

Este año pasaron diez desde que negocié mi retiro voluntario, bah, no tan voluntario, de editorial Perfil. Por diez años había sido editor en diferentes redacciones del grupo de Jorge Fontevecchia, habiendo ingresado como secretario de redacción de la revista DESCUBRIR por invitación de Hugo García.
El último día en el edificio de la calle Chacabuco envié una carta pública a mis compañeros. Nunca más recordé esa carta. Inesperadamente, el archivo ahora apareció junto a la hermosa réplica de un periodista con quien compartí largas charlas, en esas redacciones y en su casa de la calle Tacuarí: ese gran tipo y gran bebedor que fue don
 Jorje Lagos Nilsson (1941-2013). En su respuesta, mi finado amigo me daba la bienvenida al mundo real. Me entraron ganas de compartir esas emociones, tanto como para no olvidar el puñado de motivos personales por los cuales me gusta tener a mano este blog.
Leído en 2017, es un texto extraño, ya que la crisis brutal que atraviesa el gremio de prensa vuelve poco creíble la sola noción de abandonar con felicidad un puesto de trabajo.

NEO, el staff. De izq. a der.: Victoria García Arias, Nilda Martínez, Alejandro Agostinelli, Sebastián Catalano, Verónica Engler y Fernanda Mel. Faltan Alejandra Folgarait, la directora, los fotógrafos de la editorial y nuestro batallón de colaboradores.

¡Hasta siempre!

La semana pasada terminé de negociar con Perfil mi retiro voluntario. Más que voluntario, fue un retiro encantado de conocerlo el gusto fue mío.

No me pregunten por qué, pero cuando salí de la oficina de personal miré hacia arriba.

-Puta, qué bajo este techo –me dije.

Alcé los brazos y yo, que alto no soy, raspé el cielorraso con las uñas.

Quedé un poco azorado, mejor digo: asombrado por mi propia estupidez. ¡Lo toqué! ¡Toqué el techo! Me había dado cuenta de que hacerlo, rozarlo con la punta de los dedos, era posible. ¿Y qué hay con eso? ¿Qué tenía de raro? Que, siendo cosa tan sencilla, nunca la había intentado. Quiero decir: en diez años, nunca lo había intentado; es más, ni siquiera me había dado cuenta de que nunca lo había intentado. ¿Por qué miré hacia arriba? ¿Por qué levanté los brazos? ¿Qué buscaba? ¿Un dios ad hoc, un ídolo de apuro? ¿Alguna dignidad perdida?

Ninguna explicación me cuadraba. Aunque, pensándolo un poco, había algo de experiencia mística en mis manos alzadas al cielo, en mi espalda crujiente, en esa búsqueda de respuestas fantasiosas para un ritual intrascendente. A lo mejor, mi mente había girado como un mandala, ese estado crepuscular, ese concepto-bucle que te expande el alma y te completa. Pero no, entrar en trance en un pasillo de Perfil tampoco era un hipótesis plausible. ¿Qué fue eso, entonces? ¿Un shock de adrenalina, altivez y yoga? ¿Para tocar el cielorraso necesitaba ese leve estirón de felicidad?

Los acontecimientos se habían precipitado. Más que eso, se habían derramado, desbordado y despatarrado en todo su perímetro. Me iba de Perfil.

Adivinen qué. Hay una sensación de transparencia más intensa que sentirse libre, y es ser libre. La consciencia de un área de mi cerebro estaba despertando; entre otras cosas, a la certeza de que ya-no-iba-a-volver al edificio donde viví experiencias tan fuertes, amargas, ridículas, desesperantes, estrambóticas, aburridas, terroríficas, cursis, confusas, grotescas, triviales, mojigatas, alborozadas, tediosas, silenciosas, maravillosas…

Me voy pero ¡no me envidien! No sería justo: voy a extrañar mucho a todos esos compañeros con los que construimos –o deconstruimos– esos sentimientos.

En Perfil me sentí poco valorado y respetado, pero admito que –pese a las limitaciones que tal actitud inflige en el ánimo– me permitió participar de crash-test, éxitos inesperados y no pocas páginas dignas. Cada vez que digo que en Perfil aprendí un poco de todo, en la lista también incluyo aquellas cosas que nunca hubiese deseado aprender.

Me voy de Perfil con el mejor recuerdo de los compañeros con los que deliberamos fraternalmente de qué manera hacer valer nuestros derechos, sin olvidarme de aquellos que –por haber participado en medidas de fuerza– fueron o siguen siendo hostigados y discriminados. Esas actitudes asquean tanto como las de quienes las ejecutan sin cuestionarlas: el acatamiento acrítico –también llamdo sijorgismo, esa cultura basada en la idea de que si disentís, no progresarás; o en el temor de que si decís lo que pensás, podés perder tu trabajo–, nunca entusiasmará a mentes inconformistas y creativas sino a obsecuentes y mediocres.

El periodismo independiente –el de verdad– se gana ejerciéndolo y no repitiéndolo como un mantra en afiches, mientras puertas adentro el que discrepa es amenazado o tratado como a un adolescente inmaduro.

Por el hecho de haber actuado según nuestro libre pensamiento –y no contra natura, por temor a represalias– nos debemos sentir satisfechos. Pero, también, orgullosos, porque esa es la manera más profunda y real de luchar por la libertad de prensa.

¡Adiós, compañeros! Gracias por su compañía y por haber compartido tantas veces conmigo un café, una broma o sus conocimientos.

Y acuérdense, el cielo está más cerca de lo que creemos.

Alejandro Agostinelli
Buenos Aires, 23 de mayo de 2007

Respuesta de Jorge Lagos Nilsson

Alagosti es ya un fantasma, otro más entre los que han
sido, acrónimo incompleto que convendrá olvidar con
parsimonia y prudencia. Habrá que llenar de hoy en
adelante un destinatario con más letras.

La primera acción fue enviarte un correo breve:
‘bienvenido al club’. Quizá debí hacerlo y no tropezar
a esta hora con las teclas, medio borradas, del
teclado de mi vieja Mac. Pero el asunto es que uno
‘siente’ que debes saber que uno está. Porque:
A ver vamos: los amigos no son confiables, pero son
los únicos en que se puede confiar (y viceversa,
creo).

Bebo por vos un Tarapacá ex Zavala, producto de una
antigua viña deste país. Tinto grueso y sólido (que
los expertos se queden con su chocolate, vainilla,
frutos rojos y espino). Los vinos son de tres clases:

a tomables
b intomables
c pa masticar

(A veces, una o dos veces en la vida, uno se encuentra
con vinos pa recordar; hoy me topé con uno; es
natural, lo abrí para un amigo; los vinos son sabios).

Me niego al error de preguntarte ¿qué vas a hacer?. La
mar es lo que debe mirarse; la mar y una amiga -o
amigo, según-, pero siempre la mar bajo Luna y ojalá
con viento.

Aprendimos más de algo en Perfil: cosas útiles y
sutiles y brutales, cosas tristes, cosas no más. Error
será olvidarlas. O pretender que quedaron al otro lado
del techo. Sucede que algunas carnes son picadas por
la máquina y otras no. Es evidente que la tuya no.
Bravo.

Y ahora, ¿cómo decirte bienvenido al mundo real?

Pasa la euforia -como se tranquilizan las pasiones- y
de repente amanece -como después de del agotamiento- y
uno mira los relojes que alguna vez quisieron ser del
alma y que ahora son relojes no más.

¿Otro destino laboral? (si es así que no sea por estas
landas: el cuento del fuego y el o la sartén, je).
¿Proyecto propio? ¿Cambio de frecuencia?

Perfil ya no existe. Recuperas tu vida. Ningún
revólver ni pistola tiene más tiros de los que le
caben. Uno sí.

Recibe, viejo animal del agua, el más fuerte abrazo. Y
no es que merezca dártelo.

jaln

Editor /Piel de Leopardo
www.pieldeleopardo. com
Política y Cultura Latinoamericana

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
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