Biólogos del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC) y del Instituto de Biología Subtropical (IBS) descubrieron una preocupante disminución en la abundancia de cuatro especies de grandes tiburones en el Mar Argentino.
Para realizar la investigación rastrillaron las informaciones sobre ocurrencias de capturas de tiburones en las revistas populares de pesca junto y el número de avisos de guías de pesca. Al pie vas a encontrar una breve entrevista a Luis Lucifora, uno de los autores del trabajo.
Las poblaciones de grandes tiburones que habitan la costa de la provincia de Buenos Aires – el gatopardo (Notorynchus cepedianus), el cazón (Galeorhinus galeus), el escalandrún (Carcharias taurus) y el bacota (Carcharhinus brachyurus) – muestran una tendencia declinante durante las últimas cuatro décadas. Así lo muestra un estudio publicado esta semana en la revista científica Canadian Journal of Fisheries and Aquatic Sciences, realizado por los investigadores Santiago Barbini, Luis Lucifora y Daniel Figueroa, del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (CONICET/Universidad Nacional de Mar del Plata) y el Instituto de Biología Subtropical – Iguazú (CONICET/Universidad Nacional de Misiones).
La estimación de las abundancias y la identificación de las tendencias de las poblaciones a través del tiempo son el primer paso para determinar el estado de conservación de las especies.
“Debido a que no existen datos históricos de abundancia de la mayoría de los tiburones de la Argentina (una situación común en casi todo el mundo), para este estudio nos enfocamos en el uso de datos no tradicionales, como publicaciones populares de pesca recreativa, para extraer información de alta utilidad para evaluar tendencias poblacionales”, explica Santiago Barbini.
El estudio utilizó como fuente de datos una publicación de pesca recreativa popular para determinar tendencias de abundancia en las cuatro especies de grandes tiburones más comunes de la costa bonaerense, entre 1973 y 2008. A través de la aplicación de rigurosas técnicas matemáticas, en las que utilizaron las ocurrencias de capturas de tiburones obtenidas de las revistas de pesca junto al número de avisos de guías de pesca como una medida indirecta del esfuerzo de pesca, los investigadores muestran que las cuatro especies de tiburones han sufrido algún grado de disminución. “Estos resultados nos ayudan a determinar una magnitud aproximada de los cambios poblacionales, donde la escasez de datos impide un análisis más preciso. Los resultados de nuestro análisis concuerdan con otros que hicimos usando técnicas e información completamente diferentes, lo que indica que la disminución es real, ya que se detecta con distintos enfoques metodológicos”, comenta Luis Lucifora.
Las especies analizadas en el estudio son, junto a la orca, los mayores depredadores marinos de Argentina. El cazón alcanza 1,6 metros de longitud y no más de 20 kg de peso máximo, las otras tres especies – el gatopardo, el escalandrún y el bacota – pueden llegar a medir 3 metros y superar holgadamente los 100 kg. Son migradores, por lo que llegan a las costas bonaerenses estacionalmente. “Estos tiburones son depredadores de peces, el escalandrún y el bacota incluyen también otros tiburones y rayas en su dieta, y el gatopardo, además de comer esas presas, es un hábil cazador de mamíferos marinos, como lobos y delfines”, explica Daniel Figueroa. “Una característica destacable de las cuatro especies es que tienen ritmos de vida y reproductivos lentos, por ejemplo un bacota no está en condiciones de reproducirse hasta que no cumple 20 años; estos ritmos son incompatibles aún con niveles de explotación que serían bajos para otros peces”, agrega el investigador.
En la mayoría de los mares del mundo, la abundancia de las poblaciones de grandes tiburones se ha reducido drásticamente, con evidencias de hasta el 90% de disminución en algunas regiones. La principal causa de esta reducción es la alta vulnerabilidad de los grandes tiburones a la intensa explotación pesquera y, en algunos casos particulares, como zonas de arrecifes de coral, la destrucción del hábitat y la contaminación. Cada vez hay más evidencia científica de que los predadores apicales cumplen un rol muy importante en el funcionamiento de los ecosistemas, tanto terrestres como acuáticos.
“En el caso particular de los grandes tiburones, sabemos, por lo que se ha visto en otras regiones del mundo, que su papel es el de controlar las poblaciones de animales que están en niveles inferiores en la red trófica. Haciendo esto, determinan qué tipo de animales prosperan o no, afectando el funcionamiento del ecosistema marino. Al disminuir su abundancia, los tiburones dejan de cumplir esas funciones ecológicas y el ecosistema marino empieza a comportarse de otra manera, con implicancias serias para las actividades económicas basadas en él, como la pesca”, agrega Lucifora.
Argentina cuenta con normativa que protege a los tiburones. “Existe una disposición del Consejo Federal Pesquero que prohíbe el desembarco comercial de tiburones de más de 1,6 metros de longitud en todo el país. En la Provincia de Buenos Aires existe un reglamento de pesca recreativa que permite la pesca de grandes tiburones, solamente si se hace con devolución. Sin embargo, estas reglamentaciones son violadas frecuentemente: muchas pescaderías ofrecen carne de tiburones grandes, bacota y escalandrún por ejemplo, y en las redes sociales se ven fotos de pescadores recreativos posando con tiburones muertos” comenta Barbini. “Además, en el caso del escalandrún, el cazón y el bacota, debe haber un esfuerzo coordinado de conservación con Uruguay y Brasil, ya que estas especies pasan parte del año en aguas de esos países, donde también son explotados”, cuenta el biólogo, y agrega: “la conservación implica compromiso y responsabilidad de todos los actores en juego”.
Puede accederse libremente al resumen del estudio en el siguiente enlace.
La cita completa del estudio referido es: Barbini, S. A., L. O. Lucifora & D. E. Figueroa. 2015. Using opportunistic records from a recreational fishing magazine to assess population trends of sharks. Canadian Journal of Fisheries and Aquatic Sciences.
Contacto: Santiago Barbini. Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (CONICET/Universidad Nacional de Mar del Plata), Funes 3350, Mar del Plata, Argentina. Correo electrónico: sbarbini@mdp.edu.ar
Enrevista a Luis Lucifora
-¿Qué antecedentes hay de esta investigación?
Se pueden encontrar en mi tesis doctoral «Ecología y Conservación de los Grandes Tiburones Costeros de Bahía Anegada, Provincia de Buenos Aires, Argentina», Universidad Nacional de Mar del Plata, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero, Mar del Plata, 2003.
Allí usé una técnica completamente diferente para estimar la tendencia poblacional de tres especies: el cazón, el bacota y el escalandrún. Esa técnica consistía en estimar parámetros biológicos de cada especie (edad de madurez sexual, frecuencia reproductiva, fecundidad, mortalidad natural y por pesca) y calcular la tasa de cambio de la población con un modelo matemático. Los resultados mostraron que las tres especies disminuían a una tasa anual de entre 3 y 15%. Ese es el único antecedente sobre estimaciones de tendencias poblacionales de tiburones grandes de Argentina.
-¿Cómo es, en la práctica, el procedimiento utilizado?
Primero, buscamos la mayor cantidad de revistas de pesca que tuvieran un archivo lo más antiguo posible. Para cada número de la revista contamos la cantidad de fotos de tiburones pescados que aparecían y el número de avisos ofreciendo servicio de pesca guiada. Usamos esos datos en dos modelos matemáticos distintos. Uno simplemente tomaba el número de fotos de cada especie de tiburón por año corregido por el número de avisos por año y permite estimar una tasa de cambio anual. El otro usa los mismos datos pero estima la magnitud del cambio poblacional en referencia a un período de tiempo estipulado, lo que permite generar distintos escenarios para validar el modelo. Los resultados del primer modelo mostraron una marcada tendencia negativa de las cuatro especies, el segundo modelo dio tendencias negativas para tres y una tendencia negativa menos marcada para el bacota. Lo importante es que datos completamente diferentes como estos y los de mi tesis muestran las mismas tendencias, lo que indica que la tendencia es seguramente real.
-¿Qué revistas consultaron?
Buscamos archivos de muchas revistas de pesca, pero nos quedamos con una sola, Weekend, que fue la que tenía el archivo más antiguo y completo.