El hombre en la Luna. Del espacio exterior al ciberespacio

sueño espacial“La llegada del hombre a la Luna significó el fin de la carrera espacial, antes que cualquier inicio, y nunca otro hecho de estas u otras características volvería a reunir a una audiencia similar. En verdad, no se trató de la primera vez, sino probablemente de la última en que la televisión pudo congregar en un ritual construido ad hoc. Si bien algunos espectáculos deportivos –Olimpíadas y Mundiales de Fútbol– han logrado audiencias de masas que podrían compararse, no logran el aura de unicidad que tuvo ese acontecimiento. Pareciera que este acontecimiento vino a cerrar un tipo de relación del medio con sus receptores basado en una construcción identitaria. El hecho de que no se haya podido repetir un ritual de características similares indica la culminación de un ciclo, como también el inicio de otro donde el mundo ya no estaría dividido en grandes bloques y donde las audiencias tenderían a fragmentarse progresivamente. En perspectiva, podríamos decir que la conquista del espacio dio lugar a la conquista del espacio virtual y a la disolución de la audiencia de masas en pequeñas comunidades de intereses. No parece casual que ese mismo año, en Estados Unidos se creara el primer nodo de ARPANET”.

la tv criollaPor Mirta Varela. Tomado de La televisión criolla. Desde sus inicios hasta la llegada del hombre a la Luna (1951-1969). Buenos Aires, Edhasa 2005. Página 256. Nota: La obra está liberada en el sitio donde colabora la autora. Descargar.

  1. Ya en 1965 había un prototipo del LEM, y ni siquiera había comenzado el proyecto Apolo ni se disponía de cohetes Saturno; apenas se estaba en el programa Geminis con cohetes Titán, pero ya se estaba desarrollando el módulo lunar; es decir, se empezó por el final. Ya era 1969 y la URSS no tenía un módulo de alunizaje; por lo tanto, se había retiradode la carrera a la Luna desdee que el programa Soyuz, paralelo al Apolo y con apenas dos años ambos, se perfilaba para permanencias prolongadas en el espacio que culminarían con las estaciones espaciales Salyut. Como para no ser menos, EE.UU. desarrolló durante sólo un par de años tras dejar de ir a la Luna, los vuelos a la estación espacial Skylab. Después del viaje circunlunar de la Apolo 8 sin llevar módulo de descenso, la URSS podría al menos haber hecho orbitar una Soyuz en torno de la Luna, pero ni siquiera eso se propuso. En cambio, terminaría enviando vehículos Lunik que extraerían muestras de suelo regresando en una cápsula a la Tierra. Versión robótica de la carrera en cuestión, si se puede hablar de carrera. A mi entender, Soyuz nació sin dar indicios de ser un programa de conquista lunar. Entonces, cabría preguntarse: ¿existía realmente la carrera a la Luna del lado soviético, o EE.UU. tenía despejada de competidores la pista, y no se le podría llamar carrera a eso? ¿Por qué el Kremlin dio tanta facilidad a la Casa Blanca, sin al menos intentar la hazaña? Si lo realmente importante no era demostrar superioridad espacial, sino militar, el enigma de tener en órbita unos astronautas pasando semanas en las Soyuz, luego meses en las Salyut, haciendo no se sabía qué, podría servir más al propósito militarista que unos buscadores de piedras lunares. Entonces, el 20 de julio de 1969 no terminó la carrera espacial; ni siquiera había terminado la carrera a la Luna, porque ésta ni siquiera había empezado del lado soviético; directamente no existió. Ya estaba ganada la carrera del envío del primer satélite con el Sputnik en 1957. Del envío del primer ser viviente con la perra Laika. Del envío del primer vehículo que impactó en la Luna, el Lunik II en 1959. Del primer cosmonauta en 1961. Del primer vehículo que fotografió el lado oculto de la Luna, el Lunik III en 1963. Del primer paseo espacial, con Leonov en 1965. Del primer descenso amortiguado de un vehículo en la Luna, el Lunik 9 en 1966… YA SE HABÍAN GANADO DEMASIADAS COSAS. Parecía negocio saltearse la primera pisada rusa en la Luna y, en cambio, quizá preparar tripulaciones de larga duración para ir a Marte. Nixon había anunciado que para 1980 la NASA colocaría astronautas allá, así que las sospechas sobre la actividad cosmonáutica rusa rondaban en la hipótesis marciana. Siendo así, no podía hablarse del final de la carrera espacial en aquellos momentos. La operación conjunta Apolo-Soyuz en 1975 es lo que pudo haber puesto fin a la idea de estar compitiendo en el espacio por alguna cosa en concreto. Máxime cuando a partir de ese año hasta 1981, la NASA no tendría vuelos espaciales, preparando sus transbordadores. Con los cuales los soviéticos intentarían competir, con su proyecto de transbordador Buran, que sin estrenarse terminaría vendido como chatarra. Y esos seis años de desaceleración en el ritmo astronautico de la NASA, pueden haber sido lo que diluyó la sensación de «carrera» que venía ocurriendo con innovaciones constantes en los vuelos tripulados estadounidenses: dos años el proyecto Mercury, dos el Geminis, dos para alcanzar la Luna, dos y fracción después, el automóvil lunar (ya que los soviéticos habían enviado el Lunajod en 1970 que, en términos de carrera espacial y lunar, podría considerarse dentro de la competición); dos años para el Skylab a la par de las sondas Pioneer a los confines del sistema solar, enseguida las Vicking a Marte y las Voyager, mientras la innovación del lado soviético no se estaba produciendo con algún logro como para portada periodística. En conclusión, la carrera en cuestión no terminó porque Neil Armstrong le pusiera fin con una pisada, sino que se fue diluyendo en la segunda mitad de la siguiente década, por desaceleración de propósitos específicos, y porque supuestos propósitos intangibles como la hipótesis del plan de viaje soviético a Marte, no bastaban para sustentar la idea de carrera.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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