Banalidad virtual: qué podemos aprender de la experiencia paranormal más aburrida del mundo

cuadratin ec3El inglés John Rimmer, editor de la legendaria revista inglesa MAGONIA, dedicada a «interpretar visiones y creencias contemporáneas», repasa un fenómeno digno de una «sociología de la percepción del acontecimiento anómalo». Asombra que el asunto -aún poco valorado por las revistas científicas- fuese abordado hace 20 años en un fanzine de escasa tirada. Agradecemos la generosidad de Rimmer, el autor, y de Luis González, el traductor, para poner este ensayo a mano de los lectores de habla hispana interesados en una perspectiva original para comprender cómo opera la mente humana durante experiencias inusuales.

Para considerar válida alguna de las explicaciones psico-sociales sobre las experiencias OVNI y las abducciones, debemos asumir que es algo bastante habitual para la mente humana crear mundos alternativos realistas, en los que la cognición es sustituida por lo que, en palabras de Peter Rogerson, podríamos llamar algún tipo de «experiencia virtual».

Debemos también aceptar que este mundo «virtual» es, para el sujeto que lo percibe, absoluta, total y completamente real sin que exista ninguna duda en su mente acerca de la naturaleza física y en tiempo real de la experiencia por la que está pasando. Y todavía más, debemos proclamar que este dramático fenómeno mental puede darse en personas que son, en cualquier otro aspecto, completamente normales sin tener que apelar a grupos concretos que pudieran idealmente ser identificados con unas pocas pruebas psicológicas o encuestas simples de opinión. Solo después de haber aceptado todo esto en la mitad «psico» de la ecuación, podemos lanzarnos en nuestra típica forma magoniana a especular salvajemente sobre el lado «social» de estos asuntos.

Para aceptar que este tipo de «experiencias virtuales» realmente tienen lugar, y que no son síntomas de ninguna condición mental anormal, podría sernos útil alejarnos por un momento de los casos de alta extrañeza que normalmente discutimos en este contexto, para ver si podemos encontrar casos de «baja extrañeza» donde el mecanismo de la experiencia pueda ser examinado libre de su contenido más discutible y estrafalario. Qué oportuno pues que, éste, vuestro querido Editor, se haya tropezado recientemente con un suceso que no es un caso de abducción de «alta extrañeza», sino más bien un ejemplo de alta banalidad en su contenido. En este caso, el mecanismo es el mensaje.

ALTA BANALIDAD. Supongo que normalmente nunca descubrimos casos de alta banalidad, porque nadie los considera dignos de comentarlos con gente como nosotros. Yo tuve la suerte de que esta experiencia le sucedió a un colega en el trabajo, que lo mencionó de pasada en una conversación, sabedor de interés por las cosas raras. En cumplimiento de nuestra política de anonimato para los testigos, llamaré a esta persona “Val” –no el famoso Val de Peckham; quizá podríamos llamarla Val de Beckenham– alguien con quien he trabajado durante muchos años y que es una personal «normal» en cualquier aspecto de su vida, sin antecedentes personales o familiares de experiencias paranormales.

Amazing Stories 1935
El vector de la experiencia es la cultura (Amazing Stories, 1935)

El suceso tuvo lugar en Septiembre de 1993. Val y su marido se habían acostado y estaban durmiendo cuando el teléfono sonó sobre las dos de la madrugada. La llamada procedía de la oficina de su marido solicitando su presencia para una emergencia con el ordenador central. Aunque no es algo frecuente, su marido es a menudo designado como contacto de emergencia en caso de problemas informáticos, y había padecido llamadas similares en el pasado; las circunstancias no eran en ningún caso alarmantes o novedosas. Su marido salió para su trabajo, dejando a Val tratando dificultosamente de volver a conciliar el sueño. Pasado un rato, decidió era imposible así que se levantó, encendió una luz en el pasillo y se puso a ver la televisión en la cama.

Naturalmente acabó durmiéndose, para despertarse más tarde y descubrir que tanto el televisor como la luz estaban apagados.

Trató de encender la luz de la mesilla pero tampoco funcionaba. Después de algunas maldiciones sobre el apagón, ella pudo escuchar el coche de su marido que volvía, así que se levantó de la cama y se puso a mirar por la ventana del dormitorio a tiempo de ver el coche avanzando por el camino de entrada a la casa.

Aquí es cuando la realidad se desmorona súbitamente: su casa no tiene camino de entrada. En ese momento Val llega a la diligente conclusión de que está soñando –o como aquellos de nosotros que tanto sabemos diríamos, de que se encuentra en un estado hipnopómpico o un falso despertar del primer tipo–. En estas circunstancias Val decide que lo mejor es volverse a la cama, taparse con la manta y tratar de volver a dormirse, lo que efectivamente hace. Nótese que la mayoría de las palabras de la anterior frase debería ir entre hipotéticas comillas, pues debemos suponer que Val ya estaba en la cama durante toda su «experiencia virtual». Más tarde, ella se despertó «de nuevo» para encontrarse la luz y el televisor todavía encendidos y todo lo demás otra vez normal. Y eso fue todo: la experiencia paranormal más aburrida del mundo, si Val me perdona por llamarla así. Pero, ¿existe algo que podamos aprender de esta experiencia, que pudiera quedar obscurecido en otros relatos más sensacionales?

Amazing_Stories_Annual_1927Val mostró especial interés en señalar que, hasta que ella descubrió el imposible diseño que mostraba el jardín delantero de su casa, no tenía ninguna razón para creer que aquello era algo distinto de un suceso real teniendo lugar en tiempo real. Y al contarme esto, ella me llamó la atención sobre un par de puntos muy interesantes: si ella no hubiese «oído» el coche que volvía y se hubiera vuelto a dormir, se hubiera visto muy sorprendida al día siguiente cuando comentase con sus vecinos el corte de luz. Ella se mostraría inflexible en que había ocurrido y ellos le mostrarían sus relojes eléctricos funcionando con la hora correcta. Y todavía más interesante, Val comentó que su abuela había fallecido pocos meses antes. ¿Qué hubiera pasado si ella se hubiese despertado para «encontrar» a su abuela a los pies de la cama, e incluso hubiese mantenido una conversación con ella? Toda la experiencia había sido tan real que en tal caso hubiera sido, en sus propias palabras, «absolutamente imposible que alguien pudiera convencerme de que no había visto su fantasma». Sólo al descubrir algo que ella sabía era total y físicamente imposible –la transformación de su jardín delantero de la noche a la mañana- fue capaz su sentido de la lógica de convencer a su subconsciente de que aquello NO era una experiencia real.

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Si los fantasmas son socialmente aceptados, pues vemos fantasmas.

Ahora bien, ¿qué otra cosa hubiera hecho falta para convencerla de la naturaleza ilusoria de su «experiencia virtual». Encontrarse con un familiar muerto no hubiera sido suficiente, ella misma lo admite. Los fantasmas son, después de todo, socialmente aceptables, al menos en este país. Los encuentros con fantasmas en la vida real pueden ser recibidos con cierto grado de escepticismo, pero generalmente no se les considera síntoma de desequilibrio mental -en otras culturas pueden ser más o menos aceptables-. Sospecho que los Estados Unidos no ofrecen tanta aceptación cultural de los fantasmas como en el caso británico -¿piensan lo mismo nuestros lectores americanos?-. Y si hubiera visto un OVNI o unos seres extraterrestres, ¿habría Val aceptado su realidad? Es difícil decirlo, ella siente que la «virtualidad» de la experiencia era tan realista que posiblemente hubiera llegado a hacerlo. Parece correcto pensar que el escenario extraterrestre en general y las abducciones en particular han alcanzado ya tal grado de aceptación cultural que una visita de alienígenas abductores se considera más probable que la posibilidad de reconstruir un jardín en una sola noche. Después de todo, como Val hubiera tenido plena libertad de responder, ella misma trabaja con una persona que publica una revista dedicada precisamente a considerar ¡justo esa posibilidad!

Los veteranos lectores de MUFOB/Magonia recordarán el caso de «Miss Z” que Peter Rogerson y yo investigamos en 1973 y presentamos en MUFOB New Series no 4, 1976.

Galeria de abducciones
Abducciones: cifradas desde antiguo en la cultura.

Se trata de una experiencia paralela a la de Val. Miss Z «se despertó» para encontrarse con tres extraños seres alienígenas y cierto tipo de vehículo a los pies de su cama. Esta fue sólo una de la serie de extrañas ilusiones que experimentaron Miss Z y otros miembros de su familia. En este caso la «experiencia virtual» básica fue adornada y ampliada en base a un amplio número de referencias contextuales, desde duendes a seres espaciales.

Comprensiblemente, Miss Z no tenido nada clara la naturaleza de su experiencia: su «realidad» le era tan innegable como a Val, pero el contenido era amenazante y en ocasiones sobrepasaba los límites de lo que ella podía aceptar como real. Aunque reacia a aceptar la naturaleza física de las figuras y objetos que veía, al mismo tiempo era incapaz de rechazar la realidad física de las circunstancias en las que los veía.

1928-amazing_stories_192802Asi que, lejos de ser la experiencia paranormal más aburrida del mundo, la excursión de Val en el mundo virtual resulta de gran interés. Espero que nadie, a pesar de contar al menos con un testigo absolutamente digno de confianza, argumente a favor de la realidad física de los sucesos descritos por Val, proponiendo la creación de un nuevo suceso paranormal: el fenómeno «camino de entrada temporal», en el cual los jardines frontales son misteriosamente cubiertos de hormigón durante la noche, sólo para ser devueltos a su estado herbóreo por la mañana.

¿Existe algún nivel de absurdo, a partir de cual debamos empezar a dudar que determinado relato representa sucesos reales? No. Me parece más probable que en la experiencia de Val tengamos el mecanismo básico al que se le añade toda la parafernalia de los fenómenos anómalos, cuentos de fantasmas, o abductores grises, o viajes más allá del valle de la muerte. Y esta experiencia le ocurrió a un ser humano normal, cuerdo y con buena salud, en una situación nada tensa y sin mayores molestias que la interrupción de una noche de sueño.

En consecuencia, ¿cuanto más podrán construir a partir de esta simple plantilla mental, tantas de esas personas que nosotros reconocemos como abducidos, y que se encuentran plagados de enfermedades, tensiones familiares, abusos, rechazo entre sus iguales, etc.? Casi todo: cualquier compleja estructura de visiones y creencias, estructurada de acuerdo a su cultura, su sociedad, su educación, sus esperanzas, miedos e imaginaciones personales, todos orquestados para producir esos dramas que tienen lugar cada noche sobre el escenario desnudo de la experiencia virtual.

MagoniaNOTA:
No tengo ninguna intención de hipnotizar a Val para hacerla rememorar aquella noche, ni ella tampoco ha manifestado ningún interés en hacerlo. Sin embargo, no tengo la menor duda de que si yo lo hiciera podría, según a quién escogiera para llevar a cabo la hipnosis y lo que les explicase de antemano, acabar obteniendo cualquier historia que se nos ocurra, desde la abducción extraterrestres grises hasta la iluminación espiritual en una epifanía cósmica.

Fuente: MAGONIA Nº 48, Enero 1994, pp. 13-14

Traducción: Luis R. González

John Rimmer
John Rimmer

NOTA DEL TRADUCTOR: A continuación traduzco un añadido que aparece en el link. El tema de este artículo volvió a surgir en las Notas Editoriales de Rimmer (MAGONIA 71, Junio 2000), donde describe otra intrigante historia, relatada por un colega:

The-Fourth-Kind-movie-pos-001Me he tropezado con otro curioso ejemplo de “Experiencia Virtual”. Recordarán que ya he publicado detalles de algunas de estas experiencias “paranormales” en la que la gente descubre que una situación que han considerado completamente real fue en realidad una fantasía. Me interesan especialmente aquellas que carecen casi totalmente de contenido, sin ninguno de los elementos tradiciones de fantasmas, abducciones, vidas pasadas, etc., por lo que no existe ninguna motivación particular para creer en su “realidad”. Mientras muchas personas pueden sentirse inclinadas a defender emocionalmente su visión de la ya fallecida tía Agatha, ¿quién va a defender de forma vehemente un camino de entrada pavimentado que nunca existió?

La última historia de este tipo con la que me he tropezado tiene bastante más carga dramática que la “banalidad virtual” sobre la que he escrito hasta el momento, pero el contenido resulta ser tan absurdo que el propio testigo acepta su irrealidad, aunque con un peculiar giro.

Este colega es, como yo, encargado de una biblioteca pública de barrio. Hace unas semanas, una llamada la despertó en medio de la noche. Le hablaba el personal de seguridad de las oficinas del ayuntamiento: “La gente está ocupando la calle principal y aumentan los disturbios. Todo está bajo control, pero le llamamos para que sepa lo que está pasando”.

“¡Que llamada más absurda!”, pensó mi amiga, y volvió a dormirse. No por mucho tiempo, sin embargo. Hubo otra llamada: “Ahora se están desplazando en dirección a su biblioteca, pero todo está bien, no necesita hacer nada, lo tenemos todo bajo control”.

Totalmente despierta, decidió bajar al baño. Luego se preparó algo de beber y se sentó en la cocina para hacerlo, antes de volver a la cama y recuperar el sueño.

VLUU L310 W  / Samsung L310 WAl despertar por la mañana, no había habido más llamadas, aunque ella se dio cuenta de que el teléfono del dormitorio no estaba en su lugar habitual, así que llamó al 1471 para obtener detalles de las últimas llamadas entrantes. La última resultó ser una que había recibido antes de acostarse, y que recordaba perfectamente. El giro inesperado de la historia aparece cuando al bajar a la cocina, ¡allí sobre la mesa estaba la bebida inacabada que ella recordaba haber preparado durante uno de sus episodios supuestamente fantasiosos! No hace falta decir que, al llegar al trabajo, ella descubrió que no hubo problema alguno de seguridad ni “invasión”.

Entonces, ¿qué parte de este curioso episodio fue “real” y cuál “fantasía”? La elaboración de la bebida fue real, pero ¿pasó cómo ella lo recordaba? ¿Llegó a levantarse de la cama en algún momento? Quizá la bebida se quedó allí la noche anterior olvidada, y de alguna forma apareció en el sueño. Ella asegura que no fue así. Por consiguiente, la explicación más probable es que toda la experiencia fue una fantasía, y que la testigo, en estado sonámbulo –como nunca antes ni después– se levantó de la cama en algún momento de la noche, bajó las escaleras, y preparó la bebida.

Pero, ¿son sus “recuerdos” de este episodio una reconstrucción precisa de sus actividades físicas en aquellos momentos o más bien un episodio onírico independiente que encaja con las “evidencias físicas” sólo retrospectivamente?

Si este tipo de experiencia virtual compleja puede sucederle a cualquiera en una situación sin estrés (por ejemplo, la biblioteca donde ella trabaja no está en una zona que tenga problemas de bandas que pudiesen alimentar miedos a una “invasión”) podemos suponer cuánto más impenetrables serán los mecanismos que producen un informe de abducción en una persona vulnerable y confusa.

Incidentes en Croydon, 2011.
Incidentes en Croydon, 2011.

Si una historia comparativamente tan simple puede originar tantas preguntas, ¿cuánto más abiertos a dudas y debates serán los complejos y confusos relatos de abducción? ¿Y cuántas de las “evidencias físicas” en estos casos pueden haberse producido por los mismos procesos que llevaron al extraño episodio de la bebida abandonada por mi colega?

Mi colega podría ahora considerar que su sueño era precognitivo pues, de hecho, hubo revueltas en la calle principal de Croydon once años después de su sueño, ¡durante los disturbios de Londres de Agosto de 2011!

Traducción: Luis R. González

El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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