

En los últimos años, el antropólogo español, especializado en Culturas y Cooperación internacional, se ha apeado (circunstancialmente, deseamos creer) del ovni. Quién sabe si por su esencia de chamán africano afecto a las máscaras y a los timbales o por una agenda colmada de travesías interculturales (Filipinas, República Dominicana, Mozambique…), últimamente ha entrado en la pista del arte. Enamorado de la religiosidad humana y la diversidad étnica, su obra es un mix de marcianos, muñecos robóticos hechos con material de descarte y la consiguiente fragua de mitos modernos. Nunca los quiso mostrar, hasta ahora que «le robé» la decisión de difundir algunas imágenes de su obra.

Siempre es preferible recorrer la galería, pero él nos la explica así: “No son solo alienígenas y robots, sino demonios, ángeles, monstruos, vírgenes, Dios… Son todas las entidades mitológicas de nuestra cultura, desde las antiguas a las modernas. La iconología religiosa me encanta y va acompañada de astronautas, superhéroes y otra parafernalia de los terrores y la tecnología moderna: bombas atómicas e invasiones marcianas, sobre todo. Los paisajes de la mitología religiosa también están: la vista del infierno y del paraíso”.
He simplificado el álbum, las imágenes son muchas. Pero las excepciones son las reinterpretaciones del arte occidental (como la abducción que reemplaza al “Rapto de las hijas de Leucipo” de Rubens) y algunas pinturas de corte antropológico, como la argentinísima Difunta Correa, la Última Cena con Monstruos o las estampitas de los crucificados de Pampanga en Filipinas o los sonrientes santos de otros mundos.
Una mirada näif de la robótica lo llevó a la escultura práctica. “Los robots son el golem moderno. Son la única creación de verdad del hombre. Son el Otro antropológico de la era tecnológica, además del alienígena: la inteligencia exterior y la inteligencia artificial”, me cuenta cuando le preguntó por qué esa clase de muñecos.
¿Que por qué los hace? Pues porque le divierte, dice. “Es pintura sin pretensiones, con significados”. Muy narrativa, dirían los críticos. “Es como contar historias en imágenes. Fíjate por ejemplo en ese cuadro del Cielo de los hombres y las mujeres, que tiene tantas ‘lecturas’ (como dirían de nuevo los críticos), lecturas en cuanto a políticas de género. Quien vea eso podrá decir ‘qué tío más enrollao’ (más copado) o ‘qué machista de mierda'», se anticipa a posibles críticos, sin remilgos.

Ufología, ciencias humanas y arte. Bonita combinación.
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