
Debo interponer una digresión personal. Mis padres murieron a causa de esta enfermedad. Mi madre, Mirtha, a los 56 años y mi padre, Jorge, a los 74. Fueron los dos golpes más duros que recibí en mi vida. Sin dejar de ser golpes, fueron menos dolorosos gracias a Ernesto Gil Deza. Él nos acompañó, a mí y a mis hermanos, cuando nada lo obligaba a hacerlo, salvo el amor verdadero que siente por sus semejantes y por su vocación. Lo afirmo con seguridad porque lo presencié, sé cómo Ernesto le habla a sus pacientes, he palpado su ternura, me reído de sus bromas exquisitas o despiadadas y me aproveché de su paciencia infinita. Pero, sobre todo, he disfrutado la maravillosa delicadeza con que maneja la relación con personas que viven un momento cumbre de sus vidas.
«Hay que entender que a veces mata más el miedo a la palabra cáncer que el cáncer en sí. Entender lo difícil que es luchar contra una enfermedad que está enraizada con el origen mismo de la vida. Porque puedes ver el cáncer como una consecuencia indeseable de un mecanismo de mutación imprescindible para la vida. Si la vida dijera «no hay más mutaciones», la vida no hubiera podido evolucionar (…) «Es importante entender que el cáncer muchas veces es consecuencia de riesgos que asumimos inconscientemente. Porque si la gente que le tiene miedo a la palabra cáncer dejara de fumar, la incidencia del cáncer de pulmón bajaría en un 95%. Si la gente que le tiene miedo a la palabra cáncer controlara su obesidad, la incidencia del cáncer disminuiría en un 60%. Yo creo que es muy valioso tenerle miedo a algo si ese miedo nos ayuda a obrar en forma protectora» (Ernesto Gil Deza).
Hacía un tiempo que junto con otros amigos lo habíamos unido a nuestra hermandad de luchadores por la ética, la inteligencia y la verdad contra la deshumanización, la estupidez y la mentira. Ernesto aceptó ser parte de nuestro club y nosotros, eternos indignados, incansables militantes contra la impunidad de los charlatanes y el inagotable auge de la pseudociencia, nos sentimos aliviados. Teníamos, por fin, a un oncólogo de nuestro lado.

En esta entrevista habla de todo eso y más. Sus reflexiones sobre el rol del médico, sus cavilaciones ante el dolor y la muerte de un niño enfermo de cáncer, terminan dando forma a sus definiciones sobre la tarea que lleva adelante desde siempre, desde hace varios años como Director de Investigación del Instituto Oncológico Henry Moore.

El abuelo paterno de Gil Deza fue un inmigrante español y su abuelo materno, el fundador de la Facultad de Medicina de Tucumán, la casa que lo ungió médico. Hoy su escuela es el consultorio, “un sitio de aprendizaje del cual uno nunca debe alejarse”. ¿Motivo? “La proximidad con el sufriente te humaniza”.
“La muerte –dice en otro momento– “es lo que da sentido a la vida”.
Te dejo esta conmovedora experiencia de aprendizaje, son 23 minutos sin desperdicio que nos regala Intramed, uno de los mejores portales de información médica disponibles en lengua hispana.
Agradezco la desinteresada colaboración de Esteban Manazza Lezama.
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“¿Está el imperialismo matando a nuestros líderes?”
Pseudociencia en Oncología
Ernesto Gil Deza en conversación con Pepe Eliaschev
Parte 1: https://www.youtube.com/watch?v=XhXOxMR1o-g
Parte 2: http://www.youtube.com/watch?v=eAuDwJ5nNK8
Parte 3: http://www.youtube.com/watch?v=nE_PISFqJqM
Parte 4: http://www.youtube.com/watch?v=cF2IHLS-GtM






