Eva Duarte (1919-1952) quiso ser como los artistas que admiraba cuando era una niña en Los Toldos y lo fue; quiso ser actriz cuando a sus 15 años llegó a Buenos Aires y, sin ayuda de ninguna clase, lo fue; quiso hacer radioteatro y lo hizo; quiso a ese hombre y fue la compañera de Juan Perón, la pareja cristalizada en gran mito cultural argentino. Y mejor no hablemos de cuando quiso ser millones. El menos conocido de sus perfiles es quizás la Evita del radioteatro, donde fue astronauta en una novela de ciencia ficción. Aquella increíble saga no se perdió del todo porque tuvo entre sus oyentes al ensayista Juan José Sebreli.
Sebreli (ensayista y animador del debate intelectual argentino en los últimos 50 años) describió así, en una entrevista con Orfilia Polemann que forma parte de Las señales de la memoria (1987), el nacimiento de la radio, un hecho que coincide con los años de su infancia, la década de 1930.
“- Hableme de la radio de aquellos años. A la hora de la elección ¿qué programa prefería el público?
“La radio de entonces tenía sus prejuicios. Las emisoras se dividían por capas sociales o por ubicación subjetiva de los oyentes en determinados status culturales. Por ejemplo, en casa de mi abuela, donde todavía el origen proletario de la familia inmigrante se hacía sentir, sintonizaban Radio del Pueblo, con sus programas chabacanos dirigidos exclusivamente a las clases bajas. Recuerdo haber escuchado en el aparato ojival, ubicado sobre un estante de la cocina de mi abuela, algunos episodios del legendario “Chispazos de Tradición” o de los truculentos folletines gauchescos de Pancho Staffa (….)
“-¿Cuáles fueron sus últimas incursiones en el radioteatro?
“Fue a los catorce años, impulsado por la curiosidad de conocer a una actriz que había logrado una súbita popularidad después de haber deambulado varios años por broadcastings de ínfima categoría. La novela se llamaba “Quinientos años en blanco” y se transmitía por Radio Belgrano a las seis de la tarde. Se trataba de una obra de ciencia ficción acerca de un viaje al planeta Marte realizado por un grupo de astronautas, entre ellos una intrépida mujer encarnada por Eva Duarte.”
“El 9 de octubre de 1945 yo estaba como todas las tardes en el comedor, instalado frente al Crosley, sin sospechar la sorpresa que me depararía el programa de ese día. La novela comenzó a desarrollarse normalmente, los personajes habían llegado a Marte y sorteaban los primeros peligros, cuando inesperadamente un locutor interrumpió la transmisión dejando a Eva con la palabra en la boca para anunciar, eufóricamente, que el coronel Perón se había visto obligado a renunciar a sus cargos de vicepresidente de la Nación, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión. Luego de ese shock la novela siguió todavía los minutos que faltaban para terminar, sin que nada denotara emoción en la voz de Eva, tal vez sólo un poco más insegura que de costumbre. Al día siguiente, una multitud de oyentes esperó inútilmente esa voz en el éter. La novela no se transmitió ese día sin que se diera ninguna razón y, caso único en la historia de la radio, nunca más terminó de propalarse; los personajes estaban destinados a permanecer varados para siempre en Marte mientras su protagonista emprendía otros caminos insospechables”.
Fragmentos tomados de Las señales de la memoria. Juan José Sebreli. Diálogos con Orfilia Polemann. Editorial sudamericana, Buenos Aires, 1987. Páginas 45-48.