
Frigerio nombra a Macondo para hacerle un guiño a su generación. Los más jóvenes, je, podríamos decir que los callejones de ciertos suburbios se cruzan con el limbo de “Lost”. Los más viejos pueden pensar en El Familiar, ese perro demoníaco que, en tiempos del Ingenio Ledesma, salía a devorar a los peones que molestaban con reclamos insolentes a la patronal.

Aerolíneas Argentinas aseguró durante varios días que no tenía la menor idea sobre el paradero del perro (que según otras fuentes se llama «Astor»), aparentemente desvanecido entre los trastos del Boeing. Esta historia estuvo al filo de reproducir una leyenda urbana que suele contar Jan Harold Brunvand, según la cual una compañía aérea halló un perro muerto en la bodega del avión. Para evitar el juicio de la dueña, tiró el cadáver a la basura y le devolvió otro perro, bastante parecido al finado, comprado a la sociedad protectora de animales. “¿De qué broma macabra se trata? ¡Este no es mi perro! ¡Mi perro ha muerto, lo traía a casa para enterrarlo!”, gritó la pasajera al enviado de la línea aérea.

No es lo que sucede con el puma fantasma que atemoriza desde hace semanas a los habitantes de Zona Norte de la provincia de Buenos Aires, donde debe sobrevivir de cazar pájaros en las copas de los árboles, porque hasta ahora ningún vecino informó haber hallado los huesos pelados de su mascota. Justo cuando la búsqueda del felino comenzaba a flaquear, apareció una pitón en Pilar. Nadie informó haberla visto, pero eso no fue problema para que el 9 de marzo circulara en los medios un preciso trascendido: “hace unos tres días huyó de una casa del country San Francisco, donde tenían como mascota a la víbora”, que “puede medir más de seis metros de largo y pesar hasta 140 kilogramos”.
¿Qué significan estos animalitos que dan miedo y se esconden, como si quisieran asegurar la vigencia del enigma? ¿Vale preguntarse por su paradero o, como sugería Roxana Kreimer, es una pérdida de tiempo buscarlos antes de tener evidencias de que están en algún lado aparte de la imaginación popular?
En el caso de Alejandra Navarro, la dueña de Astro, para recuperar a su mascota bastó con golpear los mostradores de Aerolíneas Argentinas suficiente cantidad de veces.
Los otros son rumores urbanos. Hubo un tiempo en que “estaban en el aire” de la cultura que respirábamos, era imposible oír hablar de ellos sin el voz en voz. Ahora, la casa del monstruoso efecto de los espejos enfrentados son las redes sociales. Casi siempre, sus usuarios replican lo que pescan en los medios. Y cuando no es así, cuando son los grandes medios los responsables de multiplicar el espanto, estas historias se parecen más a un producto de marketing periodístico y menos a noticias. Ni siquiera son el pálido reflejo de reales leyendas urbanas (no hay una historia intrigante o atractiva que contar), o fenómenos sociales originados desde el llano, como tantos que surgen en la cultura popular antes de ser instalados –y eventualmente cebados– por los medios.
Las opciones serían, entonces, reducir la imbecilidad mediática o crear una oenegé integrada por teratólogos sociales dedicados a explicar, a los que pocos que todavía tengan ganas de escuchar, de qué limbo salieron todos estos mostros.
Mientras tanto, los periodistas seguimos siendo el animal más peligroso.
ADDENDA AL 17/03:
Por el comentario de una lectora del blog, quien acertadamente acusó al autor de esta nota de «estar creando una nueva leyenda urbana», supe que seguían buscando al caniche Toy perdido en el vuelo de AA. Mi fuente para darlo por reencontrado fue una nota publicada en el diario Perfil. La redactora de la noticia, Josefina Hagelstrom, me facilitó el celular de Alejandra Navarro, la dueña del perro. Este mediodía lo seguía buscando en la ciudad de Mendoza, acompañada por personal de la línea aérea y de una sociedad protectora de animales.
Ilustración de portada: «Monstruo sobre la ciudad» Por Carlos Carmona en Arte al día OnLine
Nota externa: Un concejo delirante. En el blog El Magma, 8/03/2012







