«Me fui cuando me estaban por ordenar, tenía vocación pero justo me tocó formarme en el seminario menos humano y contenedor de la Argentina, y el más perverso. Siempre tuve muy buenas calificaciones, pero estaba en permanente guardia, a la defensiva. Al principio por mí, para que nadie me tocara un pelo, porque monseñor era terrible, siempre miraba y decía palabras con doble sentido. Y después, tratando de proteger a amigos más vulnerables. Había chicos que llegaban al seminario a los 17 años, desde el interior de la provincia, con muy poca o ninguna experiencia sexual. Que a ellos el arzobispo los sedujera, les dijera que era su ‘padre’ y que tener relaciones sexuales con él no era pecado, los confundía muchísimo”, le confesó a la periodista Olga Wornat un ex seminarista refiriéndose a Edgardo Gabriel Storni (1936-2012), ex arzobispo de Santa Fe. El joven, entre la bronca y el hastío por tanta impunidad, siguió: “Después, algunos de esos chicos tenían mejor situación, el arzobispo les prometía una buena parroquia cuando terminaran el seminario, los compraba a cambio de sexo. Yo nunca condené las acciones personales, no me preocupó ni me preocupa la homosexualidad manifiesta de la cúpula de la curia de mi provincia, lo que me parece aberrante es el abuso de poder y la manipulación de las conciencias. Eso mancha de lodo y avergüenza a nuestra Iglesia, que como católico quiero y defendiendo.”
Storni fue arzobispo, luego emérito, de la provincia de Santa Fe. Se había ordenado como sacerdote en 1961 y fue nombrado obispo titular en 1976. Desde 1984 fue titular de la diócesis de Santa Fe por la vacante que dejó la muerte de su predecesor, Vicente Faustino Zazpe (1920-1984). Es decir, la Iglesia Católica le permitió permanecer 18 años en ese cargo acumulando poder, que usó para satisfacer sus personalísimos apetitos carnales y presionar al poder político sobre “lacras” tales como el comunismo, el aborto, el divorcio y (desde luego) la homosexualidad, y así ganar puntos ante el Vaticano.
El 1° de octubre de 2002, tras difundirse las acusaciones de abuso sexual, fue “renunciado” al cargo: Wornat hizo público el caso en su libro Nuestra Santa Madre. Historia pública y privada de la Iglesia Católica Argentina (Sudamericana, 2002).
Gracias a sus lubricadas relaciones con el Poder Judicial y el gobierno de la provincia de Santa Fe, Storni nunca perdió poder. En 1994, después de mirar hacia otro lado durante demasiados años, el Vaticano decidió investigar el relato de 47 seminaristas que lo acusaron de acoso sexual. En 2009 fue condenado a ocho años de prisión por aquellos delitos. Pero en 2011, gracias al manto protector de la Iglesia, la Cámara Penal de Santa Fe anuló la condena. Hace pocos días falleció en una casa cedida por el Arzobispado en La Falda, Córdoba. Las clásicas dilaciones de la Iglesia por involucrarse en el asunto, las presiones que al mismo tiempo ejercía para llevar la causa a un punto muerto y los pactos silencio dieron sus frutos.
El pasado domingo 26 de febrero, el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, ofició una misa en su memoria, ratificando la promiscua relación entre el “nuevo” poder eclesiástico santafesino y el “viejo”, dirigido por aquel notable pederasta. “También en esta celebración vamos a rezar por un hijo de Dios que ha muerto y que fue obispo de nuestra Iglesia. La oración por los difuntos se dirige a la misericordia de Dios, que es expresión de su amor y de justicia”, apeló Arancedo por su fallecido colega, en lo que quizás fue una última gestión para evitar que el alma del prelado fuese arrebatada por Satanás.
El año pasado, monseñor Arancedo fue electo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y fue recibido con sonrisas en Presidencia de La Nación.
No cabe alegrarse por su muerte, sino más bien apenarse porque nunca haya sido juzgado: si en el Cielo se aplica la misma vara que aplicaron sus representantes en la Tierra, estamos bien jodidos.
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Descargá en pdf el capítulo “El príncipe y el pastor”, un fragmento de “Nuestra Santa Madre. Historia pública y privada de la Iglesia Católica Argentina”. Por Olga Wornat
Entrevista a Olga Wornat: «Storni era un personaje nefasto».