Desde el dictado etéreo de Phylos, el Tibetano a Frederick Spencer Oliver hasta la batalla legal de PETA por la selfie de un mono, la historia nos deja un interrogante: ¿quién posee la obra cuando el autor no es humano? Un fascinante intríngulis cósmico que enlaza espiritismo, propiedad intelectual y los desafíos del copyright en la era de la Inteligencia Artificial.
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