Avi Loeb, un científico heterodoxo “en aguas infestadas de tiburones”

“Como científico de SETI, estoy agradecido de que tenga la libertad y las agallas para ir a donde pocos se atreverían a ir”, dijo el astrónomo Seth Shostak sobre su colega Avi Loeb.

Son frecuentes las críticas con poco fundamento sobre el «SETI alternativo» propuesto por el científico de Harvard. Quizá por eso no sobra presentar un resumen de los aportes más recientes del Proyecto Galileo para desarrollar tecnologías astronómicas capaces de detectar objetos artificiales inusuales y una reciente columna de Loeb sobre fantasías y posibilidades realistas de búsqueda de inteligencias extraterrestres.

Seth Shostak, director del proyecto de búsqueda de inteligencias extraterrestres en el Instituto SETI en California SETI y desde hace décadas impulsor de la astrobiología y la educación científica entre los más jóvenes, debe tener fuertes motivos para ponerse del lado de Avi Loeb. Más desde que empezó a defender que el objeto interestelar conocido como Oumuamua podía ser un artefacto artificial. De Loeb, escribió en un artículo publicado el 29 de julio de 2021 en Scientific American, “hasta sus críticos admiten que tiene credenciales y talento” para lograr los ambiciosos objetivos del Proyecto Galileo, entre ellos “llevar el rigor de la ciencia experimental a la ufología”. Le conmueve que el astrofísico de Harvard no tenga dudas en “nadar en las aguas de una controversia infestadas de tiburones”.

El propio Shostak decidió aceptar formar parte del equipo del Proyecto Galileo dirigido por Loeb.

Seth Shostak, astrónomo de SETI

Armarse de un corpus de conjeturas e imaginación precede a cualquier investigación científica, mientras no pierda los estribos y esté basada en evidencia.

Hace poco, varios medios tomaron frases de Loeb sobre “astronautas de Inteligencia Artificial” para vender títulos sensacionalistas y arrojar unas leñas más para incendiar sus ideas en la hoguera. Esta manera de ridiculizar un argumento está entre el tipo más injusto de prejuicios humanos: no es absurdo imaginar que, si otras civilizaciones pudieron cruzar la Vía Láctea durante los últimos miles de millones de años, entre sus ocupantes quizá no encontremos humanoides biológicos sino dispositivos a prueba del paso del tiempo.

Más de setenta años encuestando a testigos de ovnis y sus presuntos ocupantes han revalidado la constatación de que la fragilidad del perceptor humano le impedirá al ufólogo, por mejor intencionado que sea, reunir evidencias que le permitan probar que la Tierra es, o ha sido, visitada por extraterrestres.

Este año, el Journal of Astronomical Instrumentation (JAI) publicó un artículo firmado por los principales responsables técnicos y científicos del Proyecto Galileo titulado “La investigación científica de fenómenos aéreos no identificados (UAP) utilizando observatorios terrestres multimodales”.

El trabajo describe “la construcción de un software integrado y un sistema de instrumentación diseñado para realizar un censo multimodal de fenómenos aéreos y reconocer anomalías”.

Sus autores entienden que el Proyecto Galileo puede analizar observaciones de fenómenos aeroespaciales no identificados difíciles de explicar e inyectar ciencia donde abunda el charlatanismo y la venta de humo.

En ese artículo, los integrantes del Proyecto se proponen:

  • resaltar eventos atípicos en el espacio de parámetros de alta dimensión de nuestras mediciones censales.
  • proporcionar una hoja de ruta detallada para decidir los requisitos de medición y una matriz de trazabilidad científica (STM) para conectar los parámetros físicos buscados con los requisitos de instrumentos y observables.
  • discutir estrategias potenciales para decidir dónde ubicar los instrumentos para el desarrollo, pruebas y despliegue final

Así exponen las características de los equipos de ese segmento del Proyecto:

“Nuestro paquete de instrumentos es multimodal y multiespectral y consta de (1) cámaras de campo amplio en múltiples bandas para apuntar y rastrear objetos aéreos y derivar sus posiciones y cinemáticas mediante triangulación; (2) instrumentos de campo estrecho, incluidas cámaras para caracterizar morfología, espectros, polarimetría y fotometría; (3) conjuntos multiestáticos pasivos de antenas y receptores para alcance y cinemática derivados del radar; (4) analizadores de espectro de radio para medir emisiones de radio y microondas; (5) micrófonos para muestreo de emisiones acústicas en las bandas de frecuencia infrasónica a ultrasónica; y (6) sensores ambientales para caracterizar las condiciones ambientales (temperatura, presión, humedad y velocidad del viento), así como campos eléctricos y magnéticos cuasiestáticos y partículas energéticas.

“El uso de instrumentos multiespectrales y múltiples modalidades de sensores ayudará a garantizar que se reconozcan los artefactos y que las detecciones verdaderas sean corroboradas y verificables. Se están desarrollando canalizaciones de procesamiento de datos que aplican técnicas de vanguardia para la fusión de datos de sensores múltiples, el seguimiento de hipótesis, la clasificación semisupervisada y la detección de valores atípicos”.

Para los veteranos que a fines de los ‘70 entrábamos en éxtasis cuando conocíamos los detalles del Proyecto Starlight International de Ray Stanford –que resultó incluso más fantasioso que el Proyecto Biosfera ll tan publicitado en los ’90–, estas tecnologías son poco más que una revolución, aunque los intentos fracasen, como sigue sucediendo con SETI y otras variantes radioastronómicas -y mejor no hablar de la ufología, tal como hoy es entendida por muchos.

PSI International Projet. Una iniciativa de los ’70 que se evaporó en el tiempo. Ray Stanford, líder del proyecto, recibió fortísimas críticas.

Para ser consecuentes con la consigna de hacer justicia a las fuentes correctas para basar nuestras opiniones, elegimos un artículo que refleja el pensamiento reciente de Loeb, una figura que se hizo conocida desde que sugirió que el objeto cósmico bautizado Oumuamua podría ser un trozo de hardware alienígena o una vela solar, el mismo que, según la mayoría de los astrónomos, es un cometa o un asteroide erosionado a lo largo de su viaje interestelar.

¿Puede estar equivocado? Sí. Ahora bien, si Loeb cuenta con los recursos suficientes para poner a prueba sus hipótesis… ¿por qué no intentarlo?

Silencio de radio.

«Una estrategia de SETI alternativa consiste en buscar artefactos que puedan haber construido sociedades muy avanzadas. Ese es ciertamente un enfoque legítimo para descubrir extraterrestres, ya que uno no depende de que una señal nos llegue justo cuando la estamos buscando»

Seth Shostak

Avi Loeb: «separar ciencia de ficción»

El pensamiento mágico postula que todo lo imaginable es posible. Es una droga recreativa adictiva consumida no solo por no profesionales, sino también por algunos científicos mainstream que creen en el multiverso y argumentan que “cualquier cosa que pueda suceder, sucederá una cantidad infinita de veces”.

En una entrevista reciente con Stephen Colbert, el director Steven Spielberg sugirió que los fenómenos aéreos no identificados (UAP) pueden ser de origen extraterrestre. Su umbral para sugerir que es aceptable para los guiones de ciencia ficción de Hollywood, pero no para la ciencia.

¿Qué diferencia a la ciencia de la ficción? En una palabra: evidencia.

La gente puede decir lo que quiera. Algunos, como Bob Lazar, dicen lo mismo sobre UAP persistentemente durante décadas. Pero la persistencia no hace que lo que dice sea cierto sin evidencia directa para corroborar sus afirmaciones. Una persona que insiste durante décadas en que él es Napoleón Bonaparte sin mostrar evidencia que lo respalde, no aparecerá en la arena política en Francia, sino que será internada en un hospital psiquiátrico. ¿Qué separa estos resultados? Evidencia y sentido común. Napoleón habría tenido 254 años para estar vivo hoy.

La necesidad de confiar en la evidencia independientemente de los testimonios humanos es obvia a partir de los informes contradictorios de testigos oculares de accidentes automovilísticos o de hinchas de fútbol. Todos son testigos de la misma realidad pero presentan informes diferentes y, a veces, contradictorios. Los videos de alta resolución podrían resolver controversias, como lo demostró recientemente la FIFA en la Copa Mundial de Fútbol de 2022.

Al igual que el servicio que brindan las cámaras de video a los árbitros de fútbol, ​​los instrumentos científicos bien calibrados podrían guiarnos hacia una visión sobria de la realidad sin ilusiones sobre lo que queremos que sea. Cuando el personal militar informa sobre UAP, como se discutió en el informe de 2022 del Director de Inteligencia Nacional al Congreso de los EE. UU., deberíamos estar intrigados. No hay duda de que los informes indican algo inusual, pero la evidencia pública que tenemos a mano no es suficiente para respaldar la afirmación de Spielberg. Para fundamentar cualquier interpretación con hechos, debemos seguir el método científico y recopilar nuevos datos. Esto subraya la agenda científica del Proyecto Galileo, que constituye el primer programa de investigación sistemático destinado a recopilar datos extensos de UAP durante mucho tiempo en muchos lugares con instrumentos bien calibrados y utilizando clasificación de inteligencia artificial para determinar si todos los objetos son familiares como naturales (como insectos, pájaros o meteoritos rocosos) o hechos por humanos (como globos, drones, aviones, satélites o cohetes).

Los instrumentos de medición de hoy son mucho mejores que los disponibles hace décadas. Además, el cielo no está clasificado. Por lo tanto, no debemos obsesionarnos con datos incompletos en informes antiguos, sino recopilar nuevos datos de alta calidad y averiguar si hay objetos extraterrestres en el cielo.

Por mucho que este tema siga el sentido común, soy testigo del rechazo tanto de los escépticos como de los creyentes en el origen extraterrestre de algunos UAP. Aparentemente, el sentido común no es tan común. Ambos lados del argumento preferirían evitar el método científico para preservar su forma tradicional de pensar.

Esto no es sorprendente si revisamos la historia humana. Los cambios de paradigma requieren de personas dispuestas a examinar posibilidades, que son ridiculizadas por los principales científicos. Pero la batalla cuesta arriba es aún más catastrófica para las proposiciones que no están alineadas con las normas sociales, como la sugerencia de Giordano Bruno de que pueden existir exoplanetas alrededor de otras estrellas.

La lección aprendida es que la validez de las ideas no debe juzgarse por concursos de popularidad medidos por la cantidad de “me gusta” que obtienen en Twitter, sino por la evidencia científica que los respalda. Reunir esta evidencia es un trabajo duro. Requiere financiamiento, diseño y ensamblaje de instrumentación, prueba y calibración de última generación, recopilación cuidadosa de datos y análisis cuantitativo de estos datos. Por ejemplo, conocer la distancia a los UAP es crucial para inferir su velocidad y aceleración. Una medición de distancia confiable requiere la triangulación desde múltiples sitios o un pulso de radar activo.

Cuando los astrónomos ucranianos informaron mediciones de distancia a objetos oscuros desde un solo sitio, señalé en un artículo que sus velocidades inferidas probablemente sean incorrectas porque a estas distancias los objetos habrían resultado en bolas de fuego brillantes y no habrían aparecido oscuros. Mi evaluación fue inmediatamente rechazada por los creyentes en la hipótesis UAP extraterrestre, quienes sugirieron una nueva física para explicar la discrepancia. Lo que les falta es que el listón para la nueva física es mucho más alto que los datos incompletos. Para defender una nueva física, o incluso tecnologías no humanas basadas en la física conocida, uno debe tener datos de alta calidad que descarten cualquier otra interpretación, como mediciones de distancia incorrectas, más allá de una duda razonable. La carga de la prueba recae sobre aquellos que afirman una nueva física. El progreso en nuestro conocimiento científico no es promovido por nuestra imaginación sino por la existencia de evidencia de apoyo indiscutible. Sin mediciones precisas de la distancia, las observaciones de UAPs no se pueden usar para sugerir una nueva física.

Tan razonable como suena, el principio de guiarse por la evidencia no es popular. La naturaleza humana favorece una realidad virtual que es más emocionante o halagadora que la realidad real. Si no nos gusta cómo nos vemos en el espejo o en las fotografías, nos maquillamos, retocamos nuestras fotos o nos suscribimos a una aplicación de citas que mejora nuestra apariencia en el mundo virtual. Esta tendencia explica la popularidad del multiverso en la ciencia y el metaverso en Silicon Valley.

Pero hay esperanza. Si bien la tendencia anterior caracteriza a los adultos, es menos frecuente entre los niños que humilde y sinceramente desean aprender sobre el mundo a partir de la evidencia sin prejuicios ni ilusiones. Aquí está la esperanza de que todos nosotros mantengamos nuestra curiosidad infantil hasta bien entrada la edad adulta y mantengamos la mente de principiante (Shoshin) defendida por el budismo zen.

La motivación para atender la realidad que todos compartimos es simple: nos permite adaptarnos a su verdadera naturaleza e impulsar nuestros futuros avances tecnológicos. Los físicos de principios del siglo XX nunca imaginaron la Mecánica Cuántica que sentó las bases para las computadoras modernas, los láseres, los teléfonos celulares e Internet. Pero también hay un beneficio secundario. Buscar evidencia en lugar de pensamiento mágico para guiarnos elevará nuestro estatus en la clase de civilizaciones inteligentes dentro de la galaxia de la Vía Láctea.

Fuente: Separating Science from Fiction

SOBRE EL AUTOR

Avi Loeb es el jefe del Proyecto Galileo, director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, director del Instituto de Teoría y Computación del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica y ex presidente del departamento de astronomía de la Universidad de Harvard (2011–2020). Preside la junta asesora del proyecto Breakthrough Starshot y es ex miembro del Consejo de Asesores del Presidente sobre Ciencia y Tecnología y ex presidente de la Junta de Física y Astronomía de las Academias Nacionales. Es el autor de Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth y coautor de Life in the Cosmos, ambos de 2021. La salida de su nuevo libro, Interstellar, está prevista para agosto de 2023.

EXPEDICIÓN EN BUSCA DEL PRIMER VIAJERO INTERESTELAR

En 2014 un meteoro cayó al Océano Pacífico. Al tiempo se confirmó que era el primer meteoro interestelar, el IM1. A causa de la fricción en el ingreso a la atmósfera, el objeto se desintegró a cien kilómetros de la costa de la isla de Manus, en Papúa, Nueva Guinea. Algunos propusieron que su origen podría estar en una supernova. Pero el IM1 se movía más rápido que el 95 % de las estrellas locales en relación con el Sol antes de ingresar al sistema solar. Debido a que su material era más resistente que la de otros 272 meteoros en el catálogo CNEOS de la NASA, el equipo de Avi Loeb consideró que si no era un meteoro “podría representar potencialmente una nave espacial de una civilización lejana que viajó a través del espacio interestelar durante miles de millones de años”. En breve, el Proyecto Galileo enviará a un costo de $1.5 millones, una expedición marítima para recuperar fragmentos del visitante, informó Loeb en su blog, a días de la partida.

MÁS INFO: LA BÚSQUEDA DEL TESORO ESPECIAL. Por Avi Loeb

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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