¿En qué anda Javier Pelourson, el caza-tormentas de Pergamino?

Desolados por la sequía, en el verano de 2009, productores rurales de la Cooperativa Agrícola de Ramallo, provincia de Buenos Aires, contrataron un fabricante de lluvias, Javier Pelourson, que además era remisero en Pergamino. En su pueblo él lidiaba con el estigma de charlatán. Pero en Ramallo, algunos chacareros le aseguraron a “Crítica de la Argentina” que les funcionó. El cazador de lluvias reveló que su técnica era “metafísica” y que sus honorarios ascendían a $ 50 mil pesos (de la época) por cada trabajo.

Bajo el título “No se ría, estos tipos son cosa seria”, el mismo diario publicó una columna con mi firma el 10 de febrero de 2009.

Se rescata el breve artículo inspirado por estos calores, el afán de dejar a mano la entrevista que hizo a Pelourson el periodista Leonardo Mirenda y refrescar, mínimamente, qué se hizo de su vida 13 años después.

Javier Pelourson (Foto: Facebook)

Por Alejandro Agostinelli

Que nadie se vaya a reír de Javier Pelourson, el cazador de tormentas de Pergamino. Que nadie se ría, porque tendrá que vérselas conmigo. Su actividad es parte de una tradición rica en personajes, historias y prodigios. Porque el de pluvicultor, o rainmaker (hacedor de lluvias), es un oficio tan viejo como la injusticia. Y hay pocas cosas tan injustas como el reparto, natural o divino, de los aguaceros. Cherokees, navajos y anasazis celebraban danzas rituales para atraer el espíritu de antiguos jefes tribales capaces de provocar lluvias y expulsar espíritus malignos. Un compañero de Sigmund Freud, el psicoanalista austríaco Wilhelm Reich (1897-1957), creyó en una fuerza universal que liberaba los orgasmos sexuales, la “energía orgónica”. Inventó un cañón, el acumulador de orgones, que generaba y destruía nubes para arrancar lluvias a voluntad. Cuando Reich descubrió que el artilugio atraía platos voladores comenzaron los problemas: sus ocupantes, una despiadada raza extraterrestre, espiaba sus actividades.

La primera generación de rainmakers brotó durante las sequías que asolaron el lejano oeste, a principios del siglo XX.

En 1871, Edward Powers sistematizó el arte de hacer llover en su libro La ciencia de la pluvicultura (1871). Charles M. Hatfield (1875-1958), un vendedor de máquinas de coser, se atrevió a aplicar sus recetas. Pese a que tuvo tantos éxitos como fracasos, la sequía erigió a Hatfield y a sus acólitos en la única esperanza.

Charles Mallory Hatfield. Así preparaba sus «pociones para la lluvia» con las que, afirmaba, hacía llover en las regiones más secas.

En 1916, la ciudad de San Diego organizó una colecta para pagar los diez mil dólares que Hatfield exigía a cambio de un buen chaparrón. El pionero, que evaporaba una mezcla química secreta en grandes tanques, levantó una torre para acercar su acelerador de humedad a las nubes. Durante diez días, una lluvia torrencial desbordó el río, arrastró varios puentes y reventó dos represas, que liberaron una tromba de agua que ahogó a veinte personas. La inundación arrasó ganado, torres eléctricas y los canales que abastecían de agua a San Diego. Al tiempo, los rainmakers reclamaron el pago: si la ciudad no estuvo a la altura de la hazaña, ellos no tenían la culpa. Pero la gente salió a buscar a Hatfield para lincharlo. El municipio le ofreció 4.000 dólares si se hacía cargo de los daños, que ascendían a la friolera de 3,5 millones de dólares. Al final, un juez decidió que el diluvio fue “un acto divino”. Claro, Dios sale barato.

Baigorri Velar. El inventor incomprendido junto a su máquina de hacer llover. Foto: AGN

Buenos Aires tuvo su Hatfield, el ingeniero Juan Baigorri Velar. En el altillo de su casa en Villa Luro, Baigorri atesoraba una máquina con dos perillas. La “A” provocaba tornados y ciclones y la “B”, lluvias intermitentes.

Según Baigorri, el prototipo desataba un vendaval de ondas electromagnéticas que atraía las nubes. La gran historia comenzó el 2 de enero de 1939, cuando su principal detractor, Alfredo Galmarini, director del Servicio Meteorológico Nacional (*), lo desafió a producir un chubasco. Baigorri entregó una nota al primer diario “Crítica”. “Como repuesta a la censura, regaló una lluvia a Buenos Aires el 2 de enero de 1939. Firmado: Ing. Baigorri Velar.” En un alarde de ironía, le dejó un paraguas a Calmarini “para el 2 de enero”. Esa tarde, en tipografía catástrofe, “Crítica” tituló:

En 1975, la psicóloga Ellen Langer bautizó al efecto detrás de estos fenómenos como “ilusión de control”, que es la tendencia humana de atribuir a hechos casuales acciones propias. Es la tentación de dar sentido a las coincidencias. Ni más ni menos.

“CAZATORMENTAS PELOURSON, EVITA LOS FENÓMENOS DEL GRANIZO, TORNADO, INUNDACIÓN Y LA SEQUÍA”

Entrevista realizada en febrero de 2009 por Leonardo Mirenda. En su blog, Pelourson se presentaba así (la sintaxis le pertenece):

“Este método es una fórmula metafísica que la utilizo exclusivamente sin depender de nadie, cuando la aplico sobre la tormenta desactivo los núcleos que la forman y alimentan, por lo tanto elimino la posibilidad de que se genere algún fenómeno en un alto porcentaje. ¿De qué se trata este método? Se lo voy a explicar en pocas palabras y con ejemplos. Esta fórmula tiene que ver con la creencia y la fe; le doy 2 ejemplos: A) una persona por intermedio de la fe puede rezar un salmo para contrarrestar una tormenta, puede hacer tres cruces en la tierra o una cruz de sal. B) En mi caso poseo una capacidad que puedo intervenir directamente en la tormenta de manera efectiva y voluntaria con resultados muy satisfactorios. Por este motivo he decidido promocionarlo en lugares donde se producen estos fenómenos para poder seguir perfeccionándolo y demostrar cómo funciona y los buenos resultados que tiene”.

¿A usted lo contrató la Cooperativa Agrícola de Ramallo?

–Exactamente. Esto viene a raíz de demostraciones que se habían hecho en la ciudad de San Pedro. Nos reunimos el 7 de enero y llegamos a un acuerdo en el cual en enero tenía que llover 50 milímetros, en febrero 50 milímetros y en marzo 50 milímetros. Por supuesto que estos 50 milímetros eran para dar una base a mi trabajo y el método que utilizo y por ahora, por suerte y más allá de la disparidad, han caído más de 50 milímetros. Yo tomo como referencia la cantidad de agua caída en la ciudad, y en Ramallo ha sido de 60 y algo similar en San Pedro.

–¿Cuál es el método que utiliza?

–Hace diez años descubrí que tengo un don, una energía que me permite reducir fenómenos como los tornados, el granizo y la sequía. Estuve cinco años para comprobar y perfeccionar este método y lo hice en diferentes circunstancias. Me baso exclusivamente en la información del Servicio Meteorológico Nacional, esto no es imaginación mía.

–¿Cómo es el cruce de energía y la información que toma del Servicio Meteorológico?

–Todos conocen que los pronósticos están errando, entonces es cuando uno tiene que hacer su trabajo tomando el pronóstico meteorológico nacional para darle credibilidad al trabajo.

–¿No le preocupa, cuando usted está intentando hacer llover, algún tipo de descontrol de la lluvia?

–No. Acá no hay una máquina o algo así, acá es cuestión de creer. No quiero entrar en especulaciones con gente que haya sufrido algún fenómeno. El método que yo tengo es para crear tormentas, pero es la naturaleza la que decide. Esto tiene que ver con la creencia a partir del método.

–¿Esto es sobrenatural?

–Sí, se puede decir que es sobrenatural.

–¿Es costosa la contratación del servicio que usted presta?

–Con respecto a esto siempre digo lo mismo, queda en el ámbito de lo privado. Se vienen épocas muy terribles. Muchas épocas he reflexionado porque me ha tocado tener esta función. Pónganse a pensar las consecuencias del cambio climático. Si no hay cultivo uno no se puede alimentar, así que me gustaría que entiendan lo valioso que es este método. Quiero valorar lo de esta cooperativa porque sé que a ellos les puede generar desconfianza e incredulidad por parte de los entornos. Hasta ahora gracias a Dios todo está saliendo bien.

PELOURSON OF MILK

El cazatormentas hoy tiene 51 años, mantiene cuentas de Facebook (1600 seguidores), Twitter (27) e Instagram (270) donde sigue publicitando sus actividades bajo el nombre “CAZATORMENTAS, UNA ALTERNATIVA AL CLIMA EXTREMO”.

En su sitio en Facebook agrega: “CAZATORMENTAS PELOURSON, EVITA LOS FENÓMENOS DEL GRANIZO, TORNADO, INUNDACIÓN Y LA SEQUÍA”. Ahí almacena una nutrida selección de imágenes relacionadas con su especialidad (nubes, tormentas, inundaciones, el sol, la luna, etc) y comparte noticias sobre su gran aliado en los días que corren, el calentamiento global.

No sabemos cómo le va, en algún momento se lo vamos a preguntar. Pero, si el viento sopló a su favor, habrán quedado atrás sus tiempos de remisero.

(*) Curiosamente, si googleamos al Ing. Alfredo Galmarini sólo lo encontramos con relación a la historia de Baigorri Velar y gracias a que la Biblioteca Nacional de Meteorología lleva su nombre. Hay más información sobre su trayectoria en el número 29 de la revista universitaria La Ménsula (abril 2019).

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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