“Espíritu sagrado”: fascinante postal humana para amantes de lo alienígena

“Espíritu sagrado”, primer largometraje de Chema García Ibarra, oscila entre lo ufológico y la novela negra. El film recobra la mística de un pueblo español para enfrentar al espectador con el enigma más denso, inquietante y perturbador del universo: la condición humana.

Por Alejandro Agostinelli

ESPÍRITU SAGRADO (2021)
DIRECTOR: Chema García Ibarra
GÉNERO:
Comedia
PAÍS: España
FOTOGRAFÍA: Ion De Sosa
REPARTO / ELENCO: Nacho Fernández, Llum Arques, Joanna Valverde, Rocío Ibáñez
PRODUCCIÓN: Coproducción España-Francia-Turquía; Apellaniz & De Sosa, Jaibo Films, La Fabrica Nocturna Cinéma, Teferruat Film
SINOPSIS: La asociación de aficionados a la ufología Ovni Levante está de luto. Julio, su fundador, acaba de fallecer y José Manuel es uno de los mayores afectados por el vínculo que ambos tenían en común. Ahora tendrá que seguir su proyecto en solitario mientras se acaba de notificar la desaparición de una niña, su sobrina.
GUION: Chema García Ibarra
DURACIÓN: 97 min. Web oficial

Un pueblo sumido en una cultura peculiar, omnipresente pero casi invisible –las radios, la tele y las voces de la calle prometen apocalipsis y maravillas a raudales–, facilita y da cauce a una mirada donde lo sobrenatural está a pedir de boca y lo mágico es enteramente posible. Donde las bellezas, las frustraciones y las miserias de la condición humana aparecen en carne viva, emergiendo con la potencia de una religión sincrética donde de buenas a primeras los ovnis pueden arrebatar a los elegidos, existen personas con poderes extraordinarios y la vida y la muerte no son dos caras de la misma moneda. Esa miríada de miradas puede ser abducida por otra realidad menos reconfortante, pero no lo sabremos hasta contar con todos los elementos que nos permitan comprender a qué extraño mundo nos quiere llevar el director.

Escribo en puntas de pie y caminando sobre las piedras: cualquier anticipo inoportuno puede predisponer una expectativa diferente de la que su director, Chema García Ibarra, trabajó para lograr el clima adecuado para llegar a un desenlace insospechado. Nada diré que impida ser amables con la cocción lenta de una trama que parte de una noticia: ha desaparecido Vanesa, a la sazón una de las hijas gemelas de Charo y sobrina de José Manuel, apodado Cósmic Faraón.

DE QUÉ SE TRATA

Inesperadamente, un hijo que nadie conocía cuenta que Julio Expósito, presidente de la asociación ufológica Ovni Levante, ha muerto. Así, José Manuel, vicepresidente del grupo y dueño del Café Charly, se convierte de pronto en único heredero de un secreto que, si el protocolo se lleva adelante según los planes, cambiará para siempre el destino de la humanidad.

El ambiente hace posible que los aspirantes al contacto alienígena que se reúnen semanalmente en la sombría inmobiliaria de Julio reciban las claves que les permitirá vivir una odisea fantástica, instalados como están en un entorno social donde los informes sobre encuentros cercanos y abducciones son moneda corriente, parte de una realidad que día a día habilita aceptar a pie juntillas lo extraordinario, incluyendo unas instrucciones para construir cinco teletransportadores, uno para cada integrante del grupo.

El aire que se respira ayuda a los protagonistas a moverse en el pequeño universo de un barrio donde una tragedia –la desaparición de una niña ¿abducida?– podría tener un sentido ¿metafísico?, lejos de cualquier explicación ordinaria.

ACCIÓN CÓSMICA DEL DRAMA

Los personajes oscilan entre la insensibilidad extrema –la mirada entre resignada y abúlica de Cósmic Faraón, que recién encuentra su entusiasmo vital cerca del desenlace–, la euforia de Raúl, para quien el cuerpo, como lo sabían los viajeros de Heaven’s Gate, es apenas un vehículo, y el parloteo incesante de Andrea, la chica de labios mal pintados que encontró su lugar en el mundo adhiriéndose a ese colectivo disfuncional.

La totalidad del relato avanza intercalado por postales fascinantes, marcadas por el intenso, colorido contraste entre la naturalidad de gentes y paisajes provincianos y la sobrenaturalidad cotidiana del Elche, dicho sea de paso barrio natal del director.

Probablemente lo más disfrutable de la intriga está en la edición, en la música. En los detalles. En cómo lo cotidiano se entrevera con la ominipresencia kitsch del antiguo Egipto, las confesiones de último momento de otro integrante, que abraza con unción religiosa las rutinas que cifran el secreto de su hermandad, los momentos en que Vero, la hermanita de Vane tan necesaria para su búsqueda, distrae su mirada o el plano corto que une las manos colmadas de anillos talismán de la mamá en su máquina de coser con el móvil de Vero, dentro de un entorno cuyo destino no parece ser otro que acudir al llamado cósmico.

La música articula el suspenso –un poco ufológico, otro poco policial, otro poco orlado de misticismo egipcio– y el off de noticieros que informan sobre la búsqueda de la niña, la precariedad laboral y la inmortalidad extraterrestre.

La narración mezcla planos cortos de miradas eternas, donde habita el vacío, la locura y la inocencia familiar, social e incluso institucional –nadie parece saber nada sobre algo, salvo la certeza desquiciada de visionarios que entran y salen sorpresivamente.

El casting fenomenal sin actores profesionales crea una atmósfera casi documental, que acentúa su credibilidad. Se respira un aire de revelación inminente donde también hay signos, informaciones más o menos encubiertas que diseminan indicios que parecen decir “la idea tampoco es esconderlo todo”.

‘QUE VIENE EL LEÓN”

El balbuceo de una médium quizás más eficaz antes de su Alzheimer puede ser un Rorschach ininteligible, salvo un par de veces donde sugiere la verdad –o advierte el riesgo de una verdad. Pero hay más indicios en una intervención callejera descuidada y la conferencia de un profesor de Metafísica, que parece despejar la buena fe –o la inocencia supina– de José Manuel, a cargo de llevar la acción hasta el final.

El paisaje pueblerino, la belleza de la fotografía, los vecinos reclutados a modo de actores y la ilación general nos pueden hacer olvidar que “Espíritu Sagrado” también es comedia. Así, el énfasis de la resolución en clave de novela negra puede perturbar a quienes esperaban un fresco realista (“así no son las organizaciones ufológicas”), o preguntarse si, al final, el director y guionista no estará caricaturizando un caso que podría aceptar un misterio menos complaciente con el escepticismo gruñón que minimiza la grandilocuencia de la temática ovni, eterna promesa de revelaciones que nunca llegan, para acercarlas a conclusiones casi domésticas. Aun así, más allá de los estereotipos, la construcción narrativa, exquisitamente original, mantiene la tensión y la atención hasta el final, para satisfacción de quienes buscan humanidad en las historias extrahumanas.

De cine sé poco, pero sí algo de ufología (de la que formé parte hasta comienzos de los 90). De esa pizca de experiencia me afirmo para decir que los cruzados de Ovni Levante comparten unas características que son clásicas de la fauna platillista universal, donde un grupo heterogéneo de buscadores que comparte significados e intereses comunes –aunque las motivaciones de cada uno puedan ser diferentes–, deciden seguir a una “autoridad en la materia”, legitimada porque aparece reporteada en revistas como Más Allá o porque tiene dos o tres libros sobre el fenómeno ovni de su autoría.

Chema García Ibarra fue director de dos cortometrajes de culto, el multipremiado “El ataque de los robots de Nebulosa-5” (2008) y “Protopartículas” (2009). En lo personal, me dio mucho gusto reencontrar a José Manuel Ibarra, protagonista de su primer corto y primo de Chema, en un cameo, junto a la hermandad que parece saber desde el principio la verdadera naturaleza del plan.

El primer largo de García Ibarra es un punto de partida para quienes esperan historias fabulosas a partir de noticias a priori “insignificantes”, suburbanas. La ufología es a veces la única oportunidad de vivir la ciencia ficción que tienen las clases populares. Eso muestra “Espíritu sagrado”. Sin dejar de hablar del hombre, quizá el mayor misterio del universo.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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