1. ¿Puede verse el atentado a Charlie Hebdo como un enfrentamiento entre «terrorismo islámico» y «libertad de expresión»? ¿Debe ser ilimitado el derecho de la libertad de expresión, si supone ofender a personas por su ideología creencia y etnicidad?
A mí me parece que al lado de la libertad de expresión y sobre todo la libertad de la ironía y el humor, que siempre ocupó un lugar crítico en la cultura moderna occidental, debería siempre leerse en relación a las relaciones de dominación y de subordinación.
No es lo mismo reírse un colectivo dominante, que encarna valores hegemónicos, mayoritarios, que reírse de un colectivo minoritario, en un lugar de subordinación. En el primer caso la ironía o el humor se entroncan en esa mirada crítica, en el segundo me parece que se asocian a todas los otros dispositivos de reproducción.
Además, otro tema sustantivo, esas posiciones son relacionales y no esenciales. En cada espacio social específico determinados colectivos (étnicos, religiosos, nacionales, de clase, estilos de vida) pueden ocupar un lugar singular. Para quedarnos con el ejemplo “religioso”, no es lo mismo el catolicismo en las sociedades latinas (europeas o latinoamericanas), donde es dominante en términos mucho más que religiosos sino culturales y hasta políticos, que el catolicismo en Asia, donde es una minoría. Como tampoco es lo mismo ser musulmán dentro del Estado de Israel, en los Estados Unidos o Europa Occidental, donde es una minoría estigmatizada, que profesar la fé del Islam en Egipto, Turquía o Irán.
A esto se le suma otro problema, que ser católico o musulmán no explica casi nada o muy poco sobre las diversas formas de pertenencia (y mucho menos de creencia). En Argentina por ejemplo, ser un católico devoto de San La Muerte o del Gauchito Gil es bastante más estigmatizado que ser un católico psicoanalizado que circula entre el diván y la misa dominguera en la Iglesia de la Guadalupe en el barrio de Palermo. Uno mucho más subordinado, sospechoso y exotizable y otro mucho más aceptado y legítimo. Uno con fuerte presencia en el mundo popular, entramado en una serie de elementos que organizan la experiencia social de grupos sociales que ocupan los lugares más desfavorecidos en términos de ciudadanía, y otro más cercano al acceso a esos recursos, sea lo que sea que eso signifique pero que de alguna forma está vinculado tanto con modos de vida más aceptados en el espacio público y con un proyecto de igualdad y derechos parcialmente eficaz.
Ahora ¿qué pasa cuando tenemos la combinación entre grupo religioso minoritario y sectores legítimos? Los movimientos integristas católicos, por ejemplo, podrían mostrar bien ese lugar que produce un clivaje singular. Reclutados entre sectores medios o altos movilizan modos de pertenencia y creencia que en general son rechazados por la cultura religiosa y secular legítima.
Volviendo al Islam en Europa. Criticar al Papa romano o reírse del Primer ministro no es lo mismo que reírse de Mahoma, al menos no lo es en Francia en 2015. En general una religiosidad de colectivos estigmatizados en términos mucho más que religiosos, también sociales y étnicos. ¿debe ser limitado el derecho a expresión? ¿el derecho al humor? Si nos quedamos con el fundamentalismo religioso como una forma encarnada de la autoridad homogeneizante, el humor parecería ser una forma de crítica que pone freno a su vocación de anular el resto de las diferencias. Una crítica que no deja de estar inspirada en otra autoridad (religiosa), la del secularismo liberal que pone como valor supremo la tolerancia y la diversidad de lo religioso en la “esfera” privada. Si nos quedamos con la crítica a una religión sin más, que para colmo es la religión de los espacios más relegados de las sociedades europeas, el humor se suma a todos los otros dispositivos que ya excluyen de hecho a la población musulmana.
Me parece que el tema se convierte en paradojal justamente porque altera nuestras imágenes sedimentadas sobre lo social, étnico y religiosamente subordinado en primer lugar, el discurso fundamentalista en segundo y, en tercer lugar sobre la imagen moderna, y sobre todo contracultural. Esto del humor como forma de crítica y de irreverencia frente a la cultura legítima. Ese “cortocircuito” en nuestros modos de percepción naturalizados necesita un ejercicio de relativización radical que permita entender mejor que esos clivajes se arman de una forma que no es la que nuestro “sentido común” supone. Cuando el humor y la crítica al fundamentalismo religioso entienden esto me parece que el proyecto contracultural y los desafíos a la cultura legítima se pueden hacer más sofisticados. Cuando no lo entienden, el humor y critica a la autoridad religiosa parecerían borrar los límites sociales, religiosos y étnicos que ordenan la desigualdad.
2. Es inevitable repudiar un asesinato masivo a sangre fría a periodistas. Pero la violencia del grupo islámico ¿no invita a pensar la violencia discursiva ejercida desde los medios y la violencia estructural presente en las sociedades occidentales?
Me parece que eso tiene que ver con el tema de la islamofobia en general. Un poco lo que dije antes: la violencia discursiva de los medios es un tema central para pensar ese lugar del islam en Francia. Me parece, de todos modos, que el humor de Charlie Hebdo apunta más al fundamentalismo islámico y a criticar un tipo de autoridad jerárquica. Aunque tal vez también represente un poco esa mirada francesa colonialista ilustrada de reírse de los “bárbaros”. Hay algo medio ambiguo ahí en esa contracultura francesa que por un lado es muy “progresista” y por otro tiene un montón de sentidos comunes bastante “civilizatorios” en su peor sentido. Pero el tema es paradojal justamente por lo que señale antes. Se combina islamofobia desde los espacios más legítimos de la cultura europea con una población musulmana excluida en términos sociales, étnicos y religiosos que tiene, sin duda en porcentajes mínimos, un movimiento fundamentalista radical. La crítica social (el humor es una parte) tiene que insistir en dar cuenta de todo el cuadro y no solo de una parte. La crítica irónica al fundamentalismo islámico tal vez sea compartida por musulmanes no fundamentalistas, por eso el tema es más complejo que, me parece, “violencia de los medios” y “violencia fundamentalista”. Y, por sobre todo, son violencias muy diferentes, el texto escrito o el dibujo siempre permite relecturas, las balas no.
3. Hay ateos militantes identificados con las víctimas (“todos somos Charlie”). Hay religiosos no islámicos que descargan su ira contra el mundo musulmán y olvidan la intolerancia de sus propias iglesias, Ahora bien, el atentado a Charlie Habdo se produjo en un marco de creciente intolerancia social, religiosa y cultural. ¿Qué estrategias y agentes se deben considerar para descomprimir el escenario de tensiones que origina este tipo de atentados? ¿Qué secuelas imagina en una Europa en crisis?
Las secuelas en Europa son más que evidentes: radicalización del sentimiento de inseguridad con los musulmanes en la vida cotidiana y aumento del control policial en los barrios árabes, etc. Nada diferente a lo que viene pasando pero con algo más de énfasis.