El empresario, ex gobernador del estado de Massachusetts y candidato republicano a las elecciones presidenciales de 2012 Mitt Romney fue Obispo Mormón. Durante los últimos meses su poco convencional afiliación religiosa estuvo en un primer plano, aunque la campaña del Partido Republicano estuvo centrada en su exitoso crecimiento económico personal y el de sus empresas.
Dos intelectuales, la escritora mormona Joanna Brooks, y Kathryn Lofton, Profesora Asociada de Estudios Americanos y Estudios Religiosos Sarai Ribicoff en la Universidad de Yale, cuestionaron cómo se manejó Romney con su religión y disparó un debate entre los estudiosos de los jóvenes movimientos religiosos norteamericanos, para quienes Romney parece haber vivido su fe con una mezcla de culpa, pudor y resignación. O, como dice Lofton, con “falta de mormonismo”.
Tras el resultado electoral le pedí a Matt Marostica (*), un estudioso de las religiones y economista de filiación mormona, que me ayudara a entender el asunto, ya que antes de las elecciones la confesión religiosa de la que era miembro Romney había dado pie a burlas, sátiras, críticas y, obviamente, a las más diversas teorías conspirativas respecto del “poder mormón”.
Un informe preelectoral de «Telesur»
Estoy en contacto con Matt Marostica desde que me preocupé por entender la reacción que provocó entre los miembros de este movimiento una nota (bastante irónica) que escribí en Ciencia Bruja sobre la ropa interior de los mormones, que traté de enmendar en un segundo artículo, El error de pretender abordar ciertos temas sin ofender al creyente. Poco tiempo después Matt viajó a Buenos Aires y tuve oportunidad de conocer a un tipo entrañable.
Dejo los enlaces a las notas que dieron pie a las reflexiones de Matt:
«Mormonism Cost Romney the Election (But It’s Not What You Think).» Por Kathryn Lofton
«The Speech that Romney Never Gave». Por Joanna Brooks
Agradezco a Matt su cortesía, espero poder volver a leerlo muy pronto por aquí.
Tanto Kathryn Lofton como la escritora mormona Joanna Brooks opinan que Mitt Romney perdió porque disfrazó su mormonismo. Dicho de otra manera, perdió porque no se presentó como una persona netamente mormona sino que se presentó como alguien exitoso y religioso que, por causalidad, es, también, Mormon. Coincido con ellas.
A las excelentes observaciones de Lofton y Brooks agrego un dato más. Yo soy Obispo Mormon. Mitt Romney ha sido, también, Obispo Mormon. Un Obispo Mormon es pastor de mas o menos 200 almas. Los cuida, los ama, los protege, llora con ellos y lo hace dándoles entre 20 y 25 horas semanales, sin pago. Si no lo tenía antes, el Obispo Mormon termina su tiempo de servicio con una empatía y una enorme compasión por los demás.
En vez de demostrar compasión, Mitt Romney se presentó, por lo menos en secreto, como el candidato a quien no le importaba el 47% de sus conciudadanos.
Ante el público, no demostró nunca la compasión que –estoy seguro– desarrolló mientras fue Obispo. Por no querer ofender a su base electoral no explicó al público que nosotros, los mormones, donamos dinero (“ofrendas de ayuno”) que se usan para cuidar a nuestros hermanos necesitados.
Sentimos –y demostramos– un compromiso fuerte con los pobres.
En los dos últimos años nunca escuché a Romney hacer una sola referencia al programa de bienestar social de la iglesia mormona, ni a los esfuerzos que hacemos para proteger a nuestros hermanos necesitados.
Aplaudo a Kathryn Lofton y a Joanna Brooks por haber notado la falta de mormonismo en la campaña del ex-obispo Romney.
* Matt Marostica es Especialista en Ciencias Económicas y Políticas en las Bibliotecas de la Universidad de Stanford. Es autor de «Learning from the Master: Carlos Annacondia and the Standardization of Pentecostal Practices in Argentina” en Global Pentecostal and Charismatic Healing, ed. Candace Gunther Brown, Oxford University Press, 2011.