De vez en cuando conviene apartarse de las lecturas online. Este blog, tenaz defensor del papel impreso, predica con el ejemplo: Review Revista de Libros Año IV Junio-Septiembre de 2019 incluyó un excelente artículo de Gavin Francis titulado Resistirse a la inmunidad, que resume el contenido de tres libros sobre vacunación y el movimiento antivacunas. Este es un resumen del resumen del artículo publicado en Review, disponible en los kioscos de revistas argentinos por varias semanas más. No te lo pierdas.
“Cotton Matther, perro, madito seas, esta será tu vacuna”. La bomba entró por la ventana de su habitación, en una acción que inauguró una tendencia destinada a crecer: la del movimiento de escépticos de la vacunación.
Matther (1663-1728) fue un pastor nacido en Boston que ostentó un cargo infame durante los juicios a las brujas de Salem. A la vez, tuvo un papel central en el desarrollo de la inmunidad contra la viruela: con la ayuda de un médico salvó la vida a 274 personas variolizadas. Solo murieron seis. Antes, la tasa de mortalidad era de uno cada tres.
Gavin Francis, médico y escritor radicado en Edimburgo, resumió y comentó el contenido de tres libros recientes: Calling the shots. Why Parents Reject Vaccines (Estar al mando. Por qué los padres rechazan las vacunas), de Jennifer A. Reich (NYU Press, 2016. 336 págs.) Between Hope and Fear: A History of Vaccines and Human Inmunity (Entre la esperanza y el temor: una historia de vacunas e inmunidad humana) de Michael Kinch (Pegasus, 2018. 352 págs.) y The Vaccine Race (La carrera de las vacunas) de Meredith Wadman (Penguin, 2017. 464 págs).
“Estar al mando” fue escrito por una socióloga que recogió información de primera mano sobre los temores que despierta la vacunación en algunos sectores de la comunidad. Padres que se niegan a vacunar a sus hijos y perciben un creciente rechazo a sus decisiones, se sienten incentivados a mentir o, peor aún, a mantenerse lejos de la sala de emergencias por miedo a que su médico cuestione sus formas de crianza. Reich centra su análisis en el naciente movimiento antivacunas que, en los EEUU, detonó a partir de la Ley Nacional de Protección contra las Lesiones Causadas por Vacunas en la Niñez sancionada en 1986 durante el gobierno de Ronald Reagan. Esa ley, que pretendía proteger a los laboratorios de posibles litigios, desacreditó a las grandes farmacéuticas, alentó la creencia conspirativa de que éstas y el gobierno tenían algo que ocultar, infundió el temor a la ubicuidad de las toxinas ambientales y socavó el sentido de responsabilidad comunitaria.
Francis recapitula la historia occidental de la desconfianza hacia la vacunación situándola a los albores de la práctica, en el siglo XVIII, con el médico inglés Edward Jenner (1749-1823).
También desarrolla el sorprendente caso de Matther, el pastor de la parroquia que a comienzos de 1700 tuvo una participación descollante en las condenas por brujería de Salem, proceso que defendió en varios libros. El reverendo, que instituyó como prueba la llamada «evidencia espectral» (donde los torturadores asumían formas de invisibilidad selectiva y los servidores de Satanás podían simular inocencia perfecta), también experimentó con las técnicas de variolización que aprendió de uno de sus esclavos, inoculado siendo niño en África. Matther estudió el tema y lideró un grupo de presión para imponer la vacunación en Nueva Inglaterra. No sin obstáculos, como el atentado en su domicilio y la tragedia familiar que supuso vivir en tiempos de epidemia de sarampión: le sobrevivieron solo dos de sus quince hijos.
Kinch, autor de “Entre la esperanza y el temor”, es un biotecnólogo alarmado “el creciente olvido de las enfermedades terribles y mortales que han amenazado al ser humano desde tiempos inmemoriales”. Reseña la biografía de los máximos héroes en este campo (Robert Koch, Rudolf Virchow, Ignaz Semmelweis y Louis Pasteur) y explica cómo la vacunación logró derrotar la difteria, el cólera, la rabia y la tos convulsa o pertusis: esta última, se lamenta Francis, de vuelta entre nosotros desde que cayeron los índices de vacunación.
Otros subtemas explorados en cada título son la seguridad de la vacunación y el bajísimo riesgo que implican con relación al enorme beneficio personal y social, ya que la práctica permite proteger a las personas más vulnerables.
Los niños que no han recibido vacunas, escribe Gavin Francis, pueden portar una enfermedad de manera asintomática y diseminarla entre los miembros más vulnerables de su comunidad. No es un sistema antinatural, como no lo es el sistema inmunológico ni la mugre como exposición gradual a la tolerancia de agentes patógenos. “Todo niño que juega en el suelo”, continúa Francis, “se está autovacunando contra una miríada de organismos, incluso rasparse la rodilla implica introducir en el cuerpo una cantidad de material extraño mucho mayor que el que introduce cualquier vacuna”.
Por último, el autor destaca una frase de Reich que merece estar en la sala de cualquier sala de guardia:
«Las enfermedades infecciosas no pueden seguir siendo un asunto privado»
La vacunación salva a millones cada año. Negarse a sus beneficios o peor, negárselos a los hijos, merecería considerarse negligencia criminal. Es una medida de salud pública que no puede quedar bajo el control de particulares, así como no depende de particulares la potabilidad del agua corriente, el monitoreo de la calidad del aire o la inspección de la calidad alimentaria.
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