Love Story: el banquero New Age y el ministro de Ciencia

El 23 de marzo pasado nació el CONAICYM, Consejo New Age de Investigaciones Científicas y Místicas. Bueno, la sigla es un chiste. Pero ese mismo día ocurrió algo que también es difícil de creer: el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, avaló la presentación en el Centro Cultural de la Ciencia (C3) de dos investigadores del CONICET, una antropóloga chamanizada y un biólogo new age, ambos de la Fundación Columbia, un centro que da cursos sobre “espiritualidad y evolución de la conciencia”. El titular de esa Fundación, Santiago Ardissone, es un banquero que aparece seguido en las noticias. Algo huele mal, y no precisamente a incienso, en el Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Por Alejandro Agostinelli

¿Qué es el profesionalismo? ¿Vender a tu madre porque te lo pide tu empleador? ¿Tomar decisiones espantosas porque, si no las tomo yo, otro lo hará por mí (de paso perdiéndome los beneficios)? En tiempos no tan lejanos estos profesionales eran llamados mercenarios. No estaban bien vistos, pero las cosas han cambiado: el poder ha elevado de estatus a la meritocracia, el espíritu emprendedor y las filosofías que reavivan los dones individuales para obtener la prosperidad económica y si acaso espiritual, con la perfomance emocional del pentecostalismo y el estilo declamatorio de manual de autoayuda de Louise Hay. También están los negocios y las posibilidades de hacer negocios, que obligan afianzar relaciones como vía rápida para asegurar el bienestar futuro.

Cuando esta forma de profesionalismo es política de Estado, un gen egoísta corroe la moral de los funcionarios, que terminan aceptando o tomando medidas alineadas con ese ideario. De ninguna manera podemos decir que es el caso del Dr. Lino Barañao, único ministro del kirchnerismo que mantuvo su puesto, en este caso al frente de la cartera de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, al asumir Mauricio Macri, en 2015.

Lino Barañao puede tener todos los amigos que quiera. Empresarios, deportistas, chamanes. Está en su derecho. Por las razones que quiera, incluso las más disparatadas, puede aceptar la existencia de fenómenos o realidades extraordinarias y simpatizar con la sanación energética, la Meditación Zen o el poder de la mente sobre la materia. Es más, si antes de tomar una decisión política leyera secretamente el horóscopo, nadie lo podría importunar: las creencias son parte de nuestra vida privada. Pero resulta que él, además de ser una persona con derechos, es funcionario público y, como tal, ha asumido responsabilidades. En este caso, respetar la misión del Ministerio a su cargo, que es “orientar la ciencia, la tecnología y la innovación al fortalecimiento de un nuevo modelo productivo que genere mayor inclusión social y mejore la competitividad de la economía Argentina, bajo el paradigma del conocimiento como eje del desarrollo”. O custodiar los lineamientos del Centro Cultural de la Ciencia, “creado con el objetivo de acercar la ciencia y la tecnología a la sociedad”. Y calcular los riesgos de abrevar en otras fuentes.

HAZTE AMIGO DEL BANQUERO NEW AGE
El 24 de noviembre de 2017, a las 19.30 horas, el ministro Barañao dio una charla en el auditorio de la Fundación Columbia de Conciencia y Energía en el barrio de Palermo, Ciudad de Buenos Aires. Ese día las autoridades de la institución estaban entregando las primeras Becas Fundación Columbia de Investigación en Ciencia y Espiritualidad. Los proyectos ganadores fueron “Mindfulness: Psicología y Espiritualidad contra el prejuicio y la discriminación”, del Lic. Ezequiel María Newbery del Valle y “Rasgos perceptuales, psicofenomenológicos y psicofisiológicos asociados a las variedades de prácticas curativas espirituales y psicoenergéticas”, del Lic. Alejandro Parra, presidente del Instituto de Psicología Paranormal.

Barañao junto a Alejandro Parra, parapsicólogo de ALIPSI.

El ministro de la Nación Dr. Lino Barañao habló acompañado por las autoridades de la institución y ante un auditorio lleno (ver primer video). Parra filmó un fragmento donde el ministro confiesa su disposición “herética” para estudiar lo paranormal “e ir viendo de qué manera podemos ir integrando esos mundos que parecen antagónicos que tarde o temprano tienen que confluir”. No estaba en absoluto claro cuáles eran los falsos antagonistas con los que deberá confluir la ciencia, pero hemos de admitir que la conferencia fue amena para un público receptivo a lo maravilloso. Tampoco se rindió a los pies de la magia. Claro, no hablaba a título personal sino en su carácter de ministro, como lo recordaba la proyección de un slide en el púlpito. “Los grandes avances de la ciencia se han dado cuando alguien prestó atención a lo anormal. La palabra anormal, paranormal, tiene connotaciones negativas en el ámbito científico. En general la gente piensa que está afuera de lo racional y que es un terreno excluido de una aproximación ‘seria’ del conocimiento. Sin embargo, todos los avances de la ciencia se han producido cuando se prestó atención a algo que no coincidía con lo esperado, ahí es donde está la semilla que hace avanzar a la ciencia”, declaró. “Es histórico esto”, murmuró el Lic. Parra. No le faltaba razón.

«SOY UN HEREJE». Charla del Dr. Lino Barañao en la Fundación Columbia de Conciencia y Energía el 24 de noviembre de 2017. El Lic. Alejandro Parra, parapsicólogo, posteó el video en Facebook. 

CIENTIFICIDIO
En 2007, Barañao fue ministro de Ciencia y Tecnología del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En 2015, Barañao fue confirmado en su cargo tras el ofrecimiento de Cambiemos. De Barañao hay que decir que es doctor en Química de la UBA. Que se especializó en biología celular, fisiología de la reproducción y biotecnología animal. Que en 2002 participó en el equipo que clonó la primera ternera en Iberoamérica. Que de 2003 a 2007 fue presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Que para coronar una trayectoria envidiable fue el primer argentino que ocupó el cargo de ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Que durante su gestión lanzó Tecnópolis, la muestra de arte, ciencia y tecnología más grande de América Latina, e inauguró la nueva sede del CONICET, el parque de Ciencia y Tecnología y el Polo Científico Tecnológico, la obra de infraestructura en ciencia más importante de la Argentina en los pasados cincuenta años.

Pero hay que decirlo todo. En diciembre de 2016, el gobierno de Mauricio Macri anunció la restricción del acceso al 60% de becarios del CONICET del sistema científico. Barañao, en su defensa del achique, alegó: “ningún país con un 30% de pobres aumenta el número de investigadores”, como si la situación hubiese sido diferente durante la gestión anterior. El recorte presupuestario causó una estampida de indignación y movilización por parte de científicos, estudiantes, docentes y público sensible a medidas que fueron percibidas como un ataque al desarrollo científico en la Argentina que, para más Inri, transformaban a las promesas electorales en una burla despiadada. “¡Ajuste es cientificidio!”, denunció la docta multitud mientras cortaba el cruce de Santa Fe y Godoy Cruz, cerca del Polo Científico donde funcionan el Ministerio y el CONICET.

SIN INCIENSO. El ministro Barañao iba a acompañar a los miembros de la Fundación Columbia en el C3, el centro cultural que funciona en el Polo Científico, pero al final no se presentó.

ESPÍRITU CRÍTICO
El pasado viernes 23 de marzo, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación volvió a la carga. Esta vez no lo hizo en persona, como cuando estuvo en la Fundación Columbia (no se presentó, pese a que estaba anunciado), sino autorizando utilizar la sede del C3 para que dos investigadores del CONICET que integran la misma institución “compartieran una reflexión sobre ciencia y espiritualidad”. Fabiana Fondevila, coordinadora de la Fundación, presentó a la Lic. Ana María Llamazares, una antropóloga, chamanizada después de una experiencia personal, y al Dr. Fernando Pitossi, un Bioquímico que profesa la meditación budista-tibetana. Nos perdimos la charla, lo cual nos desautoriza a ponderar el nivel científico con que fueron abordados los temas o la calidad de las ponencias (estaba en Youtube, como se puede ver arriba y le dieron la baja ¿por qué será?). Sí estaba claro que el Encuentro Gratuito de Ciencia y Espiritualidad (sic) se parece poco a los que encontramos en la programación del C3 y mucho, en cambio, a los que celebra en su auditorio la Fundación Columbia, que son pagos. Tal incursión (o inclusión) debería discutirse. Al menos entre los ciudadanos celosos de las mezclas indigestas en nombre de la ciencia.

VIDEO DEL ENCUENTRO. Segundo intento de publicar la charla. El primero lo dieron la baja no bien lo embebimos, el 27/3. El 29/3 fue detectado por Javier Smaldone: habían vuelto a subir el video, en otro link.

Quizá es una especulación insustancial, pero un curioso hallazgo podría delatar cierta cola de paja. En sus redes sociales y sitio web, la Fundación Columbia, pudiendo sacar pecho y lucir el sitio donde tendría lugar el evento, como marca de reconocimiento, no ha levantado la perdiz. Solo dio las coordenadas, Godoy Cruz 2270. Piso 4. C.A.B.A. Había que confrontar esta dirección con la del C3 para percatarse de que el lugar de encuentro sería el “único centro cultural del país creado con el objetivo de acercar la ciencia y la tecnología a la sociedad”, ubicado en el Polo Científico Tecnológico, Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.

“¿Puede la Ciencia ayudar a validar los antiguos saberes de las tradiciones espirituales? ¿Puede la Espiritualidad ofrecerle a la Ciencia nuevos espacios de indagación, que hoy no está alcanzando? ¿Y puede, en el camino, enriquecerse el acervo de ambas?”. Así fue anunciada la actividad validada por el ministro de Ciencia y Tecnología. Finalmente, iban a compartirse los resultados de una investigación sobre Tai Chi realizada por la Fundación en el 2017. ¿Se hubiese animado Barañao a presentarlo? No lo sabemos, pero es necesario recordar que Barañao es parte de un gobierno que puso a un ejército de trolls al servicio de ridiculizar a las ciencias sociales como parte del proceso de producción de conocimiento.

A fines de 2016, mientras enfrentaba a la oposición de la mitad más uno de investigadores y becarios, el ministro machacó con que los recursos del CONICET debían ser destinados a aquellas investigaciones que “generen riqueza”, “den empleo” y redunden en una “aplicación práctica”. Así, los investigadores orientados a la ciencia básica, los historiadores que tratan de responder grandes preguntas sobre el pasado o los sociólogos que producen saberes para anticiparse a problemas económicos, educativos o culturales, pasan a ser kelpers, investigadores de segunda que deben “satisfacer su curiosidad” (esa curiosidad a la que se le niega un correlato de enriquecimiento educativo, social y cultural) buscando empleo en universidades o empresas privadas. Pese a que el presidente Macri insiste en sus discursos que “se ha duplicado el presupuesto del Ministerio de Ciencia y Tecnología”, un estudio reciente confirmó un declive con tendencia a empeorar bajo la gestión de Cambiemos.

El Barañao que en la conferencia sobre “fenómenos que aún no podemos comprender” reclamaba para sí el título de “herético” porque “piensa por sí mismo” es el mismo que pudo relajarse gracias a la campaña de difamación que copó las redes sociales y miles de tuiteros oficialistas (nunca se supo cuántos genuinos y cuántos rentados) participaron de una cruzada que, a la carga de “militantes” o “ñoquis”, se lanzaron a atacar las investigaciones en ciencias sociales, especialmente a las de Sociología de la Cultura.

Por entonces, una frase de Marcos Peña, jefe de Gabinete, demostraba el calado profundo de la influencia del asesor filosófico de Macri, Alejandro Rozitchner: “el pensamiento crítico le puede hacer daño a la Argentina”, dijo.

Por esos días los argentinos estuvimos por invocar el espíritu crítico en sesiones mediúmnicas.

¿COLISIÓN O INTEGRACIÓN?
El objetivo del Centro Cultural de la Ciencia es fomentar la cultura y el pensamiento científico “a través de experiencias interactivas y actividades participativas innovadoras”. Sus propuestas están destinadas a “brindar herramientas al público para que se apropie del conocimiento científico y tecnológico” y difundir las investigaciones y desarrollos que la comunidad científica realiza en el país. ¿Hizo el ministro un uso discrecional del C3, que ha llegado a incorporar en su programación debates críticos sobre la pseudociencia? Si es así, quedan más explicaciones pendientes. En ninguna parte de la página web del Ministerio aparecen referencias a la confluencia de ciencia y misticismo. Hubiera sido interesante hallarlas, pero no había.

Por su parte, la Fundación Columbia de Conciencia y Energía se presenta como “una institución educativa dedicada a dictar cursos para el desarrollo personal y espiritual” y “difundir, investigar y enseñar diversos caminos para la transformación personal y la expansión de la Conciencia”.

Como lo espiritual y la expansión de la conciencia son conceptos algo nebulosos, la transcripción de las especialidades que aborda la Fundación nos dará una idea sobre su diversidad temática: Danza Primal, Respiración holotrópica, Meditación, Medicina Integrativa, Bioenergética, Sanación con Cristales, Astrología, Tai chi, Nuevos Paradigmas y Chamanismo, Hatha Yoga, Eneagrama, Meditaciones Activas de Osho, Sensopercepción, Yoga para Jubilados, Kundalini Yoga, Constelaciones Astrológicas, Coach Escuela transpersonal, Flores de Bach, Pensamiento Junguiano. I Ching, Música y Creación, Arteterapia, Mindfulness, Ashtanga Yoga, Escritura expresiva, Diseño Humano, Arquetipos femeninos, Constelaciones Familiares, VortexHealing, Sanación energética, Bioenergética, Meditación con sonido, Sintergética, Liderazgo trascendente, Kundalini Yoga, Numerología, Biodanza, Danzaterapia, Vidas pasadas, Kabbalah, Pathwork, Reiki y Meditación Zen.

CON AVAL. El 27/3 la Fundación Columbia «blanqueaba» el encuentro «avalado por el Sr. Ministro Lino Barañao.

El 23 de marzo, debido a la ausencia del ministro (anunciada en las redes sociales de la Fundación Columbia), la Lic. Fabiana Fondevilla presentó al Dr. Fernando Pitossi y la Lic. Ana María Llamazares. Ambos navegan a dos aguas: son miembros de la Fundación e investigadores del CONICET. También estuvo ese día Santiago Juan Ardissone, creador y presidente de la Fundación.

Llamazares es Antropóloga (UBA) con formación de posgrado en Epistemología y profesora de la Maestría en Diversidad Cultural de la Universidad de Tres de Febrero y de la Maestría en Pensamiento Sistémico de la Universidad Nacional de Rosario. Su especialidad, el chamanismo, se confunde con su camino personal. Para ella, entrar en la cosmovisión chamánica supone “revisar o abandonar muchos de nuestros preconceptos occidentales habituales” y “tender puentes entre los nuevos paradigmas y las tradiciones ancestrales de sabiduría”. A veces pasa, es una antropóloga mimetizada con su objeto de estudio.

Pitossi es Bioquímico, Dr. en Ciencias Biológicas e investigador de la Fundación Instituto Leloir en neurociencias y células madre. Ganador del Premio de la Fundación John Simon Guggenheim Memorial (EE.UU.) en Neurociencias, coordina a la vez grupos de meditación de budismo tibetano y es discípulo del Dr. Claudio Naranjo, un psiquiatra chileno que dedicó su vida a escribir libros sobre la estructura jerárquica del patriarcado, “la gran bestia, el asunto más problemático del mundo”.

Santiago Ardissone, banquero y creador de la Fundación Columbia.

Otra figura que podría explicar el entusiasmo del ministro por legitimar a un club de cursos y encuentros new age (si se nos permite, demasiado cercanos al esoterismo como para esperar una inminente confluencia con la ciencia) es el metié del fundador y presidente de la Fundación Columbia, Santiago Ardissone. Ardissone es licenciado en Economía (UCA) y dueño del Banco Columbia, del que es accionista (91,65%) junto a Gregorio Goity (8,35%).  Asesor de entidades financieras desde 1992, el banquero asumió la presidencia del Columbia en 1996. Para superar una crisis de estrés, en 2001 Ardissone incursionó en la meditación y adoptó la técnica del Vortex Healing, una filosofía religiosa que ofrece “herramientas de sanación para manifestar las consciencia divinas de nuestro linaje” a través de la “Transmisión Directa de Consciencia”. Un curso de cinco días hoy cuesta U$ 550.

En 2013, Ardissone le contó al periodista Alejandro Margulis que sufría una artrosis galopante. A los 48 años fue operado de la cadera y casi queda inválido. Así, tras una recapitulación biográfica, llegó a la terapia creada por Ric Weinman. El 26 de noviembre de 1994, el norteamericano que impulsó estas técnicas de “sanación energética” tuvo una visión, que fue la de encontrarse a sí mismo “frente a un enorme vórtice interdimensional, y una presencia divina dentro del vórtice le reactivó sus conexiones de vidas pasadas”. Ardissone redescubrió su búsqueda cuando conoció a Deepak Chopra, a quien invitó a dar una charla en la sala Martín Coronado del Teatro General San Martín en el marco de dos jornadas de espiritualidad VIP organizadas por el gobierno de la Ciudad, el 4 de mayo de 2013, cuando Macri era jefe de gobierno.

El banquero se sacó el estrés de encima y logró equilibrar la energía de su cuerpo. Estaba tan eufórico que invitó a sus 800 empleados a tomar clases de meditación. Solo se inscribieron cuarenta. La escueta convocatoria no le impidió tener la epifanía que le permitió, en 2011, crear la Fundación Columbia, que funciona en un edificio de 800 metros cuadrados, tiene seis salones, un auditorio y una elegante cafetería en pleno Palermo Soho.

Cualquiera puede pensar que una fundación cargada de altos valores espirituales debería exhibir una pureza química comparable al cristal azul de Walter White, si se permite la comparación. Pero, así como muchos líderes carismáticos refieren en sus homilías anécdotas sobre una vida pasada llena de asperezas, el Banco Columbia también tiene su historia. Basta abandonar la lectura del Quienes Somos de la web del Columbia y googlear un poco para descubrir una trayectoria poco prolija que se expresa en comentarios de usuarios de la tarjeta Mastercard, uno de los servicios ofrecidos por el Banco, y en las noticias.

Comodoro Rivadavia. En julio de 2017 cerraron una sucursal del Banco Columbia por falta de habilitación municipal.

En 2011, cuando creó la Fundación, Ardissone vivía a los saltos. No es una descripción literal de las prácticas de los devotos de Meditación Trascendental, que levitan saltando: el juez Diego García Berro había ordenado allanar varias sedes del Banco a partir de una denuncia de la AFIP por una presunta evasión en el IVA de 297 millones de pesos entre 2009 y 2010. La maniobra incluía hacer circular falsos bonos emitidos por el Ministerio de Agricultura, usados para generar saldos a favor. El Banco Columbia alegó haber sido estafado y le pagó 46.143.873,19 pesos a la AFIP.

Por entonces, el Banco Columbia, constituido como Sociedad de Ahorro y Préstamo en 1969, tenía 45 sucursales en el país, 700 empleados y brindaba servicios a más de 400.000 clientes. Hoy los puntos de venta ascienden a 58 y tiene 1000 empleados. Uno de sus accionistas era Federico de Achával, a la sazón socio del empresario Cristóbal López en el negocio de las máquinas tragamonedas del Hipódromo de Palermo (HAPSA). Guillermo Ardissone, hermano de Santiago, es el vicepresidente de esta entidad. Según documentos que obtuvo en abril de 2016 el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) que investiga el escándalo Panamá Papers, de Achával sacó del país US$ 70 millones con destino a Val de Loire, una sociedad offshore con sede en Las Vegas. En enero pasado, De Achával negó ante la AFIP ser titular de la empresa. La Unidad de Información Financiera (UIF), el organismo local encargado de prevenir e impedir el lavado de activos, entregó al juez federal Sebastián Casanello elementos que probarían que otro de los beneficiarios de Val de Loire es Santiago Ardissone. Para completar el fresco familiar, Iván Achával, hermano de Federico y presidente de la inmobiliaria Achával-Cornejo, es íntimo amigo del presidente Mauricio Macri.

El más reciente vínculo problemático sería con el secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación (SOEME) y director del Diario Hoy de La Plata, Marcelo Balcedo, detenido en enero pasado en Punta del Este en el marco de una causa por presuntos delitos tributarios y lavado de dinero. En su casa de vacaciones se le encontraron U$ 500 mil, autos de alta gama, armas y municiones en cantidad. Según la AFIP, solo entre 2012 y 2013 retiró las cuentas bancarias del SOEME más de 53 millones de pesos. Hizo esa extracción de una sucursal del Banco Columbia. 

Al final del camino, la foja comercial de Ardissone podría ser limpia como la de un empleado bancario que trabajó 35 años para optar por una jubilación sin privilegios: en esta larga enumeración existen causas en curso, no delitos probados. Aun así, es legítimo preguntarse por qué el ministro Barañao acompaña con fervor la iniciativa espiritual, mística y pseudocientífica de un banquero. ¿Lo hace por convicción? ¿O es una de las tantas formas que adquiere el coqueteo con el poder económico?

Es llamativo que después de una exitosa carrera dedicada a la investigación, la promoción y la divulgación de la ciencia, el ministro preste apoyo a una institución que alienta estudios astrológicos (una disciplina que no existe sin negar la astronomía), propone terapias para recordar vidas anteriores (fenómeno que escapa a marcha ligera del alcance de las neurociencias), o trae a la Argentina a figuras como el místico cuántico Amit Goswami, cuya participación en una capacitación a funcionarios de la Dirección de Formación Contínua de la DGE de la Provincia de Buenos Aires precipitó una respuesta durísima del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA), cuando pidió al Gobierno de María Eugenia Vidal “no incluir las ideas pseudocientíficas de Amit Goswami” porque “presentan una visión distorsionada de la ciencia”.

Quizá nada de lo que sugiere este texto es cierto y estamos ante un caso del corazón. Que, como diría Blaise Pascal, «tiene razones que la razón no entiende». A lo mejor, simplemente, Lino Barañao está enamorado.

ACLARACIÓN
Esta nota tuvo una versión mejorada por el mismo autor en Socompa y el rufianesco copipasteo de medios colegas vagos que no citan fuentes (Tiempo Argentino, El disenso, etc). También inspiró a Ciencias Exactas cuando le pidió a Barañao «una disculpa pública»

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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