Uno, que militó en el posadismo desde la curiosidad, buscando sus rastros en la historia del trotskismo en la Argentina, o en pos de las raíces del interés de Posadas en los extraterrestres, para terminar haciéndose de amigos ex posadistas; uno, que conversó a deshoras con viejos luchadores que estuvieron en el posadismo o lo acompañaron en paralelo, participando en grupos afines, y reencontró amigos del legendario dirigente obrero y lloró mientras escuchaba la historia de mujeres mayores que se privaron de traer hijos al mundo porque eligieron la causa revolucionaria; uno, que no vivió todo eso, pero sabe todo eso, siente imposible no vibrar bajo efectos de un trémulo shock cuando el colega comenta –le comenta a uno, porque intuye o sabe lo anterior– que existe una obra teatral llamada Proyecto Posadas, que va por su segunda temporada, y que su libro está inspirado en avatares sucedidos, o que podrían haber sucedido, en los alrededores del movimiento político fundado por J. Posadas (Homero Cristalli, 1912-1981).
¿Cómo me lo perdí? ¿En qué estaba pensando? Nada supe del Proyecto hasta que Marcelo Massarino, autor de una gran entrevista al hijo de Homero y actual dirigente del Partido Obrero Revolucionario (Trotskista) (Carlos León Cristalli), me envió el dato por Facebook. No perdí el tiempo: minutos después llamé para hacer mi reserva. ¡Pero no había más entradas! Recién había lugar para dentro de tres funciones. No tenía pensado decir que era periodista, pero el contratiempo –y mi ansiedad– me llevaron a presentarme. Lo mismo hizo la chica que estaba tomando la reserva: era nada menos que Michelle Wejcman, su directora. Ella me confió varios detalles, la única información que tuve hasta que presencié la obra: la puesta en escena es dentro de una moderna barbería “recién envejecida” (una obra de arte dentro de la otra), el posadismo es un pretexto para construir el extraño diálogo entre dos épocas y otras situaciones que es mejor disfrutar que adelantar. También me dijo que la obra comienza con un cantito que le dedicaba la JP a los Posadistas, que es también el título de un breve artículo que escribí en 2009 para Página/12: “No son marcianos ni luces de colores / son posadistas en platos voladores».
Tráiler
Durante la investigación que realizó con el dramaturgo Andrés Binetti, recordó Michelle, entrevistaron a una veterana posadista radicada en España. A modo de devolución le hablé de mi amistad con el ufólogo Dante Minazzoli (1918-1996), un viejo militante marxista que –casi desde que comenzó todo, allá por 1947– había creído tanto como Posadas en los extraterrestres; o más, ya que Posadas sólo le había dedicado al extraterrestrismo socialista algunas conferencias, volcadas en un folleto mal encuadernado, hoy inhallable, y Dante escribió un voluminoso libro, casi un tratado de ufología comunista, “Perché gli extraterrestri non prendono contatto pubblicamente? Como vede un marxista il fenómeno degli ufo” (Editrice Nuovi Autori, 1989, traducida al español por Ediciones El Francotirador en 1996), y varios ensayos enmascarados de ficción científica.
Peronismo galáctico: Posadas, entre Hermino y Axel
¿En qué creía Posadas? Para él, la consciencia social de los camaradas de otros mundos había madurado al punto de haber desarrollado en su mundo una sociedad igualitaria, la cual a su vez le pudo haber permitido impulsar sus hipertecnologías espaciales: si habían sido capaces de llegar con sus naves a la Tierra, es porque en su planeta reinaba una organización social para-socialista. La esperanza posadista era casi una bifurcación política de la ufología religiosa de los buscadores del contacto extraterrestre. Casi como lo fueron siempre en sus experiencias filo-lisérgicas a babucha de todos los peronismos, desde Alberto Brito Lima hasta John William Cooke; desde Herminio Iglesias hasta Axel Kicillof. Porque de todo el trotskismo que estuvo en la vereda de enfrente del peronismo, Posadas fue el único que “lo comprendió”, cualquiera haya sido el idioma, sexo o punto de procedencia de nuestra galaxia.
Las historias que más me conmueven son aquellas que nos cuentan personas que las vivieron de verdad. Como la historia de Dante. Le conté a Wejcman que él fue el puente que unió ante mis ojos el trotskismo con el platillismo posadista, y el eje de una postergada ambición personal: escribir una gran aventura marxiana, esto es, el libro gordo del comunismo alienígena que encarnó el Partido Obrero Revolucionario (Trotskista) y producir un documental basado en la obsesión que compartían contactados y posadistas: que la amenaza latente de las potencias de tener un set de bombas atómica listas para ser lanzadas era una oportunidad de purificación, redención y supervivencia de los mejores. Los ET iban, en definitiva, a rescatar de la Hecatombe Nuclear a la clase obrera.
Del brevario de frustraciones que desgrané ante Wejcman no sé si añadí que, a mediados de los 90, con Chechu Sainz, ex compañera de Azul TV (Canal 9), quisimos filmar lo que quizás fue el primer documental nunca realizado sobre el posadismo.
A esa altura, la directora de “Proyecto Posadas” se había ganado el derecho a maldecir mi verborragia. Pero permaneció en silencio.
Cuando vi la obra comprendí que su silencio debió ser curiosidad. Tal vez notó las absurdas coincidencias entre aquellos esfuerzos suspendidos o postergados y escenas de su obra, entre el drama y la parodia, entre el retrato preciso de las ilusiones revolucionarias de los ‘70 y la burla desaforada de la insipidez ideológica del siglo XXI.
Proyecto Posadas es una maravillosa intervención teatral que despieza, saca el jugo y le pasa el trapo a mis frustraciones posadistas, el libro y el documental. Toda la acción, incluso la segunda parte –que sucede 40 años después–, transcurre en la misma peluquería reconvertida en sala para recibir un público compacto y deslumbrado, casi integrado al ambiente y testigo de una recreación fascinante.
El aprovechamiento del espacio es otra proeza: cada rincón, cada cosa que parece haber estado siempre ahí, genera un ambiente de sugestión. Desde los afiches, las fotos viejas y las paredes empapeladas de noticias significativas; las maquinitas de afeitar, las publicidades de época y hasta una gran bandera posadista que también hace de telón. Cada detalle facilita la travesía.
El nudo de la acción transcurre en la trastienda del comité donde han invitado a Posadas, con quien planean festejar su cumpleaños. Los militantes –la tropa propia y hasta algún colado– se peinan, discuten la doctrina de Posadas, sacuden el polvo y se acomodan las pilchas mientras una descarga continua de emociones (rabietas, paranoias, dudas, amores) sabotea los preparativos en tiempo de descuento. Así nos enteramos (o inferimos) por qué Natalia (Álvarez), Amalia (González) y Victoria (Lapiduz) son posadistas y no justicialistas, guevaristas o militantes de otro partido y descubrimos las diversas y hasta contradictorias motivaciones que pueden movilizar a un activista que no duda en encañonar a un compañero, en una constelación de sentimientos que va desde el enamoramiento hasta una especie de religión no reconocida: el socialismo, los extraterrestres, el propio posadismo.
Al promediar la obra, toda esta rareza que parece arrancada de un periódico dedicado al periodismo fantástico –es decir, de las páginas de lo fantásticamente real– se da vuelta como un agujero negro y nos transporta hasta un presente en el que no nos gustaría vivir y sin embargo es el mundo donde vivimos, un mundo donde hay pelotudos que quieren (queremos) filmar documentales sobre lo que no tienen (tenemos) la más puta idea y personas desubicadas, que ni siquiera advierten la tristeza en los ojos de una mujer que lo ha perdido todo.
Otros aciertos claves en la construcción del relato: la obra te permite escuchar los pensamientos de los que viven esa extraña odisea y ver el making-on del documental, ya que, cuando el rodaje parece a punto de naufragar, las cámaras siguen encendidas y lo muestran todo.
En fin, no voy a seguir adelantado detalles porque creo que ya dije lo suficiente para motivar a los que llegaron hasta aquí a presenciar la extraordinaria obra de Binetti, Wejcman y su mágico elenco.
Aunque pensándolo mejor sí, tal vez debería añadir algo sobre el personaje de Victoria, la encargada de realizar la fiesta posadista y quien dará testimonio de aquellos años de Trotsky, extraterrestres y todos los compañeros. Bien, pues a mí me conmovió especialmente reconocer en Victoria a la ex mujer de Dante Minazzoli, una protagonista de aquellos años que templó su vida en una clandestinidad sin tiempo para el amor ni para la felicidad.
Proyecto Posadas. En La Época, Guayaquil 877. Reservas: 1531751592.
Ficha artístico-técnica
Elenco: Malala González, María Eugenia Álvarez, Laura Igelko, Fabián Caero, Geraldine Lapiduz, David Ledezma
Vestuario: Ana Algranati, Celina Barbieri
Fotografía: María Belén Cobas
Diseño gráfico: Florencia Cuello
Trailer: Rodrigo González, Luli Di Pasqua
Prensa: Marisol Cambre
Asistente de dirección: Yesica Wejcman
Dirección: Michelle Wejcman
Dramaturgia: Andrés Binetti
Proyecto Posadas se presenta en la Barbería La Época, Guayaquil 877, los viernes a las 21 hs.
Reservas al 15.3175.1592 o vía mail: proyectoposadasteatro@gmail.com
Cupos limitados
CALIFICACION
Clasificación: 1 meñique fracturado: pésimo. 1 meñique: malo. 2 meñiques: regular. 3 meñiques: bueno. 4 meñiques: muy bueno. 5 meñiques: excelente.
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